Si la meta de López Obrador es ganar las elecciones de 2012, su oposición a una eventual alianza PAN-PRD en el Estado de México resulta contradictoria para la mayoría. Dado el éxito que tuvieron las alianzas entre estos dos partidos, al oponerse a ellas se estaría arriesgando a fortalecer a Enrique Peña –tanto para la elección en el Estado de México como para la presidencial. Sin embargo, esta interpretación del actuar de López Obrador tiene el supuesto de que su objetivo es ganar la elección de 2012 a toda costa.
En una visión alternativa, si López Obrador estuviera más preocupado por mantenerse vigente como líder de la izquierda y consolidar su control sobre el partido, oponerse a la alianza en el Estado de México adquiriría otro sentido. En términos ideológicos, el enemigo a vencer no sería Enrique Peña, ni siquiera el PRI –por lo menos no aún. Por el contrario, en este momento los adversarios continuarían siendo las disidencias dentro de la izquierda y en todo caso el PAN.
Bajo esta visión, una eventual salida del PAN de la Presidencia podría darle a López Obrador la oportunidad de posicionarse como una oposición razonable, en lugar de una visceral –rol que no ha podido dejar de jugar desde 2006. La prioridad entonces, seria el liderazgo sobre la izquierda antes que una victoria en 2012. Una visión alternativa que implicaría un carácter mesiánico aún mayor al que se atribuía al personaje y quizás hasta una racionalidad de largo plazo. ¿Será?
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