La postulación de Agustín Carstens para Gobernador del Banco de México trae tranquilidad dada su amplia experiencia y prestigio en el sector financiero internacional. Sin embargo, esta decisión puede abrir las puertas a dos discusiones.
La primera está relacionada con la autonomía del Banco. Bajo el timón de Guillermo Ortiz la Junta de Gobierno de Banxico demostró su independencia, algunas veces inclusive yendo en contra de los deseos del Ejecutivo. La llegada de Carstens dará pretexto a más de uno para argumentar que un banco central con el artífice del paquete económico 2010 a la cabeza será todo menos ajeno a los lineamientos de política económica emanados desde Pinos.
La segunda tiene que ver con el rol del Banco de México. Hoy el área de competencia de Banxico se restringe a salvaguardar el poder de compra de los mexicanos; sin embargo, hay gran cantidad de voces (incluidos algunos senadores del PRI) que llaman a adicionarle la meta de crecimiento. A esto se suma el que, en su discurso de aceptación, el Dr. Carstens llamó a “explorar… oportunidades de coordinación para la consecución de objetivos más amplios… sumar esfuerzos para retomar la senda del crecimiento económico acelerado…”.
Qué tanto trasciendan estos debates dependerá, en gran medida, del cuidado que tengan tanto el nuevo gobernador como el ejecutivo.
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