Quizá la más desafortunada (para si) costumbre del expresidente Fox haya sido su tendencia a emitir declaraciones polémicas en sus giras al extranjero. Todo cambió con la llegada de Calderón, quien buscó rescatar la imagen presidencial del tono pendenciero y chabacano al que fue tan afecto su predecesor. La templanza de Calderón era tanto más notable, cuanto que López Obrador se dedicó a insultarlo sistemáticamente (“pelele”, “espurio”, etc.) desde el 2006. Pero la última gira de Calderón a EUA mostró que el actual presidente también patina: tachó al PRD de “ridículo” por la toma del Congreso. La declaración fue políticamente torpe por haber sido hecha al lado del presidente Bush, por permitir a sus adversarios presentarse como la parte ofendida, y por haber criticado a un grupo (el PRD) que incluye aliados en el conflicto con el Peje (esto es, los “Chuchos”).
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