Su gobierno está, hoy todavía, en la esperanza de la dimensión de lo posible. Ese es el “minibono democrático” de que dispone
Calderón representa un relevo generacional en la política mexicana. Eso no es esencialmente ni bueno, ni malo, pero el hecho nos coloca ante un cambio significativo que debemos advertir.
Fox nació el 2 de julio de 1942. Calderón, el 18 de agosto de 1962. Ambos son del mismo partido, pero no son de la misma generación. Los 20 años que median entre ambos, representan dos épocas distintas, enfoques diferentes y seguramente formas diferentes de hacer política.
Calderón es un claro representante de la llamada generación de la crisis. Pero, más claramente, representa a la generación de la transición. Su vida y su carrera política transcurren, desde la oposición, en la lucha por el cambio democrático de México. Nace en el México autoritario y su juventud y madurez transcurren en paralelo a los cambios complejos del México en transición.
Su apuesta fue muy clara en campaña y se presentó como el representante de una nueva generación. Su discurso hablaba del “México ganador” e insistía en el uso del concepto de futuro. El actual Presidente electo quiso hacer de los comicios un referéndum entre el pasado que, según él, representaban Madrazo y López Obrador, frente al futuro, que ofrecía su candidatura.
Probablemente no fue esta la causa central que movió a todo el electorado que votó por él, pero sin duda, sí fue una motivación que orientó a muchos jóvenes a votar por el candidato al que vieron como el más cercano a ellos, más próximo a su identidad y a su generación.
Consulta Mitofsky publicó este mes un perfil de los diputados federales. Al analizar las edades, segmentó a los legisladores en tres categorías: de 22 a 39 años; de 40 a 50 años y de 51 o más. En esa clasificación, el PAN reportó a los diputados más jóvenes, 41.5% de su bancada tienen entre 22 y 39 años. El PRD, por su parte, tiene el mayor número de representantes en el segundo segmento, entre 40 y 50 años, con 43.8% de su bancada. El PRI, como era de esperarse, tiene su segmento más importante en los mayores de 51 años, con 43%.
Es curioso advertir cómo, el lugar que cada partido ocupó en las elecciones del pasado 2 de julio, coincide con el lugar de espacios que dieron a los jóvenes.
Podemos suponer que, un partido que supo representar mejor a los segmentos más jóvenes de la sociedad que, por cierto, son mayoritarios, obtuvo un premio en las urnas. Si es así, Calderón no ganó solo, lo hizo con una bancada que pertenece de alguna forma a otra generación y que lo arrastró y creó inercias positivas.
Si el nuevo Presidente representa a una nueva generación, está obligado a definir estilos y formas distintas. Surgen muchas preguntas: ¿Será una generación más responsable? ¿Será una generación más preparada? ¿Asume el poder una generación más comprometida porque fue lastimada por la crisis? ¿Es una generación que entiende mejor el patrimonio de la transición?
El escritor francés Michel Houellebecq, en su novela La posibilidad de una isla (2005), habla de la generación europea heredera de la posmodernidad y los define como eternal kids, algo así como niños por siempre o eternos infantes, para caracterizar a una generación que no asume con seriedad y con responsabilidad su tiempo, que no madura, que siempre está jugando…
En México, la generación heredera de la posmodernidad está a punto de asumir el poder. ¿Cómo será? ¿Cómo se comportará?
El nuevo Presidente necesita demostrar muy pronto la seriedad de esa generación. Pero Calderón no es una generación. ¿Quiénes lo acompañan? ¿Quién es su contrapunto de izquierda? ¿Quién representa a su generación en el PRI? ¿Quién pertenece a esa generación en la Corte? ¿Quién en la literatura? ¿Quién en la empresa? ¿Quién en la academia? ¿Quién en los medios de comunicación?
La generación de la transición que entra a escena es, y debe ser, fundadora. El relevo generacional debe consistir en cambio de estilos, de formas pero también de leyes e instituciones. Tras el agotamiento que representan tres décadas de transición, de profunda desigualdad, de magro desarrollo y de falta de crecimiento económico, es necesario construir el futuro de otra manera.
Es necesario dar un verdadero viraje al rumbo del país. Un viraje claro, certero, audaz, que quizá sólo es posible bajo un gobierno joven. José Ortega y Gasset decía que: “…el joven vive en disponibilidad, lo cual quiere decir que no se ha adscrito aún a nada, que no se ha encarcelado en nada, vive de posibilidades y en la dimensión de lo posible…”
Calderón representa sin duda a un gobierno joven, que “vive en la disponibilidad”, esperemos que no esté del todo “adscrito” y que no nazca “encarcelado” por las inercias y los intereses. Su gobierno está, hoy todavía, en la esperanza de la dimensión de lo posible. Ese es el “minibono democrático” de que dispone.
Esperemos que asuma la responsabilidad del relevo generacional y sepa construir con la generación de la transición los cambios urgentes que este país necesita. ¿Lo hará? ¿Lo entenderá? Sería muy grave que se equivocara…
e.mail: sabinobastidas@hotmail.com
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