Las organizaciones públicas y privadas, y la población en general han dado nuevamente constancia de capacidad de respuesta, eficacia, flexibilidad y solidaridad. Destaca la operación del ejército y los servicios de protección civil. El mayor logro: las escasas pérdidas humanas. Frente a más de un millón de damnificados y dos mil animales muertos sólo en Villahermosa, contrasta la muerte de tres personas en Tabasco y cuatro muertos y doce desaparecidos en la población arrasada por el río Grijalva en Chiapas. Se ha logrado llevar alimentos, agua, se están drenando las zonas inundadas y se está reestableciendo paulatinamente el suministro de electricidad y agua potable. Es apremiante aquilatar este potencial organizativo, institucionalizarlo y trasladarlo de lo reactivo, hacia la acción articulada en favor de las grandes transformaciones que requiere el país.
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