Apenas había salido de la crisis del News Divine cuando una nueva bomba estalló en las manos de Marcelo Ebrard. El involucramiento de policías judiciales del DF en el secuestro y asesinato del joven Fernando Martí pone nuevamente al perredista en la picota. Más aún, cuando el secuestro es un delito de carácter local y no federal, y cuando las autoridades del DF evitaron compartir información con autoridades federales hasta que fue demasiado tarde. Es posible que, si la investigación logra resultados y si su manejo de crisis es impecable, Ebrard logre capotear este nuevo temporal. Pero no hay manera de que el líder perredista salga indemne: el efecto acumulado del News Divine y del caso Martí, daña estructuralmente la imagen pública del actual Jefe de Gobierno.
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