Cierre de campaña… del Presidente

Peña Nieto

Con la culminación del periodo de intercampañas y, por consiguiente, de la llamada “veda electoral” para los candidatos presidenciales, se da inicio no sólo a las campañas formales sino a una nueva “veda”. A partir del próximo viernes, el Gobierno Federal, en general, y el Presidente Calderón, en particular, estarán limitados por ley para realizar promoción de sus obras y acciones. El espíritu de esta regulación es evitar que, en este caso, la candidata presidencial y los aspirantes a cargos de elección popular postulados por el partido político en el gobierno federal saquen raja política de los logros de la administración en turno. A sabiendas de esto, el Presidente de la República intensificó en las semanas recientes sus giras a lo largo del país asistiendo a inauguraciones, arranques de programas gubernamentales y demás actos públicos vinculados con su gestión. Incluso, algunos críticos del jefe del Ejecutivo señalaron que la reciente visita del papa Benedicto XVI a nuestro país fue un evento planificado para congraciar a Calderón tanto con la grey católica, como con la feligresía (cabe recordar que, según el Censo 2010, alrededor de 8 de cada 10 mexicanos profesa dicha fe). No obstante, es probable que el episodio más significativo que podría ser recordado como una especie de “cierre de campaña” del presidente, previo a su propia “veda electoral”, haya sido la reunión celebrada este miércoles 28 de marzo en el Auditorio Nacional con cerca de 10 mil burócratas, funcionarios públicos, legisladores, mandos militares, representantes de grupos sociales, organismos no gubernamentales, y demás invitados especiales.
Ante un público no necesariamente filopanista, Felipe Calderón se centró en exaltar sus acciones, señalar la necesidad de continuidad gubernamental, en particular sobre el tema de seguridad, hablar de la diferencia con otros gobiernos -entre líneas criticando la alta corrupción y falta de transparencia de gobiernos priístas-, y establecer que, así como se le instruye al Gobierno Federal, tampoco ningún gobierno estatal podrá promocionar sus logros –tomando en cuenta que la mayoría son gobernados por el tricolor. Adicionalmente, sin señalarlo de manera directa, el Presidente mandó mensajes para Acción Nacional para cerrar filas en torno a Vázquez Mota. Por supuesto que las palabras de Calderón repercutieron casi de forma instantánea en el PRI. Tanto el Enrique Peña Nieto como Pedro Joaquín Coldwell, candidato presidencial y presidente del CEN priísta, respectivamente, criticaron el acto calificándolo como un “mini-informe fuera de contexto”. De hecho, Peña llegó a decir que parecía que el Presidente estaba dando oficialmente por terminado su sexenio.
A diferencia de los sistemas electorales en que si existe la reelección, la mexicana lo impide. Además, la historia de dominio priísta ha generado un rechazo a la presencia y promoción del presidente saliente en el proceso electoral. Estas circunstancias le imprimen características peculiares al proceso electoral. El presidente enfrenta restricciones precisas, contenidas en la ley, para promover a su partido y candidatos. Al mismo tiempo, a menos de que logren diferenciarse, cargan con el peso de los yerros y aciertos del gobierno saliente. La pregunta es en qué medida el presidente Calderón intentará continuar influyendo en el proceso electoral y, sobre todo, si eso beneficia a la candidata de su partido. Las campañas arrancan y, aunque el Presidente calle, inevitablemente estará presente.

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