El cambio de mando en el otrora Operativo Conjunto Chihuahua –ahora Operación Coordinada Chihuahua– está marcado por grandes promesas. Con el mando de la Policía Federal, se dice, se incrementará el trabajo de inteligencia y la capacidad operativa y, por fin, se lograrán abatir los índices de homicidio, extorsión y secuestro. No es coincidencia que sean las mismas promesas que se hicieron cuando arrancó el Operativo Conjunto Chihuahua, entonces al mando del Ejército: el fracaso de la estrategia en Ciudad Juárez se vuelve evidente cuando la Policía Federal tiene que iniciar en el mismo lugar donde empezó el Ejército hace dos años y medio.
Habrá quien piense que esta transición es una oportunidad de oro para que la Policía Federal demuestre que es superior al Ejército en el combate al crimen organizado. Y en su discurso, tanto el secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, como el comisionado de la Policía Federal, Facundo Rosas, prometieron exactamente eso –aunque de manera implícita– exaltando el hecho de que enviarían a los agentes investigadores con los que no cuentan las fuerzas armadas. Y con esta confianza –justificada o no– han vuelto a subir la apuesta del Gobierno Federal en Ciudad Juárez. Y es que si, como se argumentaba, el Ejército estaba dedicado a la seguridad pública en tanto se contaba con una Policía Federal que pudiera hacerse cargo, Juárez se ha convertido en la primera prueba, tanto de la voluntad del Ejecutivo de dejar de depender del Ejército como de su capacidad de substituirlo en el futuro.
Aún es demasiado pronto para evaluar el futuro de esta nueva estrategia, sin embargo, está claro que con el movimiento en Chihuahua el Gobierno Federal apuesta por el trabajo policíaco por encima de todo. Y en ello estriba precisamente el riesgo. Si no hay éxito en Juárez, otra vez, el Estado habrá perdido ya dos veces la que se antoja una de las apuestas más caras e innecesarias del sexenio y con ello la estrategia de seguridad del presidente Calderón quedará, si no definitivamente desacreditada, si muy minada. Y si gana, apenas comenzará a recuperar algo del terreno perdido en los últimos años.
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