Concluyó el periodo ordinario de sesiones y varias iniciativas quedaron sin ser discutidas y aprobadas en una u otra cámara. Mucho se ha argumentado que los procesos electorales de este año, y las alianzas PAN-PRD en varios estados, han dificultado la negociación en el Congreso, sin embargo, hay indicios de que una vez pasadas las elecciones el escenario no sólo podría no mejorar, sino hacerse aún más complejo.
De entrada, las elecciones de este año podrían resultar en la consolidación del PRI como fuerza gobernante a nivel local. Ello significaría también su fortalecimiento para incidir en los procesos electorales de los próximos años en lo que a recursos respecta. Este escenario pondría mayor presión en la discusión presupuestaria a realizarse de septiembre a noviembre. Los diputados priístas tendrían incentivos claros a buscar mayores recursos para los estados con criterios laxos y mecanismos de fiscalización débiles. Mientras que PAN y PRD estarían obligados a frenar la búsqueda de recursos del PRI en la Cámara de Diputados.
En el ámbito interno del PRI, los intereses de sus liderazgos podrían confrontarse e incidir en el trabajo legislativo, tanto al interior de la bancada de una cámara como en la diferencia de criterios entre ambas. Si bien hay ejemplos de falta de acuerdo entre los diputados y senadores priístas y entre sus líderes en la actual legislatura –se ha observado en episodios como la reforma política o la Ley de Competencia– con miras a 2012 esta condición se podría intensificar.
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