Patricio Toussaint
Durante esta semana y hasta el 11 de diciembre, París será la sede de una de las cumbres más importantes de la última década. Más de 190 países discutirán la adopción de un nuevo acuerdo destinado a reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). El objetivo es prevenir un aumento de 2° C en la temperatura del planeta, el cual según la comunidad científica, causaría daños catastróficos al medio ambiente. A pesar de las innumerables cumbres que se han celebrado en los últimos 20 años para crear acuerdos vinculantes que reduzcan las emisiones globales, los esfuerzos de la diplomacia ambiental han fracasado. La comunidad internacional aún no ha logrado mostrar avances concretos para mitigar el problema del cambio climático. Por lo tanto: ¿Por qué esta cumbre es tan diferente a las anteriores? ¿Qué debemos esperar de la de la Conferencia 21 del Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París (COP21)?
La COP 21 representa la culminación de una larga serie de negociaciones para reemplazar al vapuleado y fallido Protocolo de Kioto que finaliza en 2020. La expectativa es que la COP 21 concluya con un acuerdo legalmente vinculante que incluya a los principales países emisores de GEI como Estados Unidos, China e India. A diferencia de las cumbres anteriores, los objetivos para París son más claros, urgentes, y se encuentran apoyados por una mayor voluntad política. Esto se debe -en parte- al liderazgo tan esperado de los Estados Unidos -que en otros momentos clave estuvo ausente- y en el compromiso para reducir sus emisiones de GEI. Otro factor positivo es que la mayoría de las diferencias que existían entre países desarrollados y en desarrollo han sido conciliadas. Las dinámicas ahora están enfocadas en cómo cada país puede contribuir a reducir sus emisiones, en vez de buscar hacer lo menos posible. Un aspecto fundamental que contribuyó a lo anterior, fue el tomar en cuenta las necesidades y capacidades individuales de cada país en lugar de imponerles una reducción específica de emisiones. Gracias a esto, y previo a la cumbre, los países presentaron sus contribuciones nacionales determinadas (INDC, por sus siglas en inglés), las cuales delinean claramente las metas para reducir sus GEI en el corto, mediano, y largo plazo. Dentro de esto, se espera que los países más desarrollados asuman un compromiso mayor en cuanto a la reducción de sus emisiones, en comparación con los países en desarrollo.
A pesar del entorno positivo en el que iniciará la COP 21, es poco probable que concluya con un acuerdo que sea legalmente vinculante. Esto no necesariamente significaría un fracaso, sino un claro entendimiento de la realidad política de distintos actores clave. Tal es el caso de Estados Unidos donde un tratado legalmente vinculante de esta magnitud requeriría una ratificación del Congreso, la cual en el clima político actual, es imposible. Dado lo anterior, para que un acuerdo en la COP 21 se pudiera considerar exitoso sin ser legalmente vinculante en su totalidad, tendería que incluir: (1) Lineamientos robustos para convertirse eventualmente en un instrumento legalmente vinculante; (2) Mecanismos para reportar y revisar periódicamente el progreso de los INDCs; (3) Reconocimiento que todos los países del mundo deben tomar medidas con respecto a las emisiones actuales y futuras; (4) Soluciones al financiamiento climático de tal manera que tanto países desarrollados como en desarrollo queden satisfechos; (5) Reconocimiento que la mitigación del cambio climático va más allá de políticas gubernamentales; y (6) Admitir que la suma de los compromisos por si sólos en el Marco de las Naciones Unidas no serán suficientes para prevenir el aumento de 2° C en la temperatura global.
Otro debate que estará presente para lograr un acuerdo exitoso en París es el del financiamiento climático. Los países en desarrollo quieren que los países desarrolados continúen proporcionándoles ayuda financiera que les permita invertir en tecnología limpia para reducir sus emisiones de GEI, y adaptar su infraestructura a los daños que el cambio climático está causando. La polémica se encuentra en el hecho que los países en desarrollo querrán un mecanismo similar después de que concluya el Protocolo de Kioto en 2020, y hay un fuerte desacuerdo sobre cómo debe hacerse. Algunos países buscan que todos los fondos provengan de los gobiernos de los países desarrollados. Sin embargo dichos gobiernos han insistido que no van a ser los donantes exclusivos de dichos fondos. Dentro de esto, el rol y la disposición de bancos internacionales de desarrollo, como el Banco Mundial, y el sector privado será fundamental.
Por último, más allá de cómo se desenvuelvan las distintas negociaciones políticas entre los países, será clave monitorear las aportaciones de la industria fotovoltaica, las energías renovables, el sector transporte, el sector de la construcción, las tecnologías agrícolas, y los biocombustibles, para apoyar las metas globales de reducción de GEI. Adicionalmente será necesario que los países impulsen esfuerzos para reducir emisiones de GEI afuera del Marco de las Naciones Unidas, mediante la inclusión de ciudades, gobiernos locales y el sector privado.
En conclusión, las expectativas sobre los resultados de la COP 21 deben ser mesuradas. Es importante tomar en cuenta que la Convención Marco sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas no es un organismo con la autoridad para dictar normas y reglamentos que los gobiernos nacionales deban acatar. Es un sistema que funciona por consenso, y su capacidad para crear un cambio depende de la voluntad combinada de los 196 países miembros. Todos los gobiernos querrán evitar un marco global que pueda frenar sus oportunidades de desarrollo económico. No obstante, lo que sí podrán aceptar es un acuerdo que les de la flexibilidad para reducir las emisiones de GEI a su manera. Cabe destacar que un acuerdo en París no representará la solución final al cambio climático. Pero tiene el potencial de crear las condiciones para promover nuevas acciones globales de reducción de emisiones y acelerar la tendencia hacia el uso de energías limpias. Al final del día, las negociaciones internacionales para mitigar el cambio climático son un proceso continuo, y la lucha no terminará en París.
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