“Cruzada contra el Hambre”: ¿a la conquista de los pobres?

Administración Federal

El 22 de enero de 2013 se publicó el Decreto por el que se establece el Sistema Nacional para la “ Cruzada contra el Hambre. ” El esfuerzo lanzado por el Ejecutivo federal, según el mismo decreto, buscará sacar a millones de mexicanos de la pobreza extrema y alimentaria. A manera de puntualización formal, las personas en situación de hambre son quienes no tuvieron una alimentación variada, comieron menos de lo necesario, se les disminuyeron las cantidades servidas de comida, hicieron una comida o dejaron de comer durante todo el día en un lapso de tiempo determinado. Aunque no queda claro si se atenderá prioritariamente algún nivel particular de carencia alimentaria (severa, moderada o leve), es claro que el campo de batalla de esta guerra serán los 400 municipios más pobres del país.
Para colocarla en su justa medida, se debe decir que la “Cruzada contra el Hambre” no se basa en ningún nuevo principio de política social, ni una nueva idea de cómo resolver el fenómeno de la pobreza (no se precisa nada concreto pero, presumiblemente, se utilizará la misma batería de programas para combatir los mismos problemas). En retrospectiva, la administración Calderón tuvo su propia “cruzada” en los 125 municipios más pobres en la denominada Estrategia 100×100. En su ocasión, se decidió establecer una Estrategia Integral para el Desarrollo Social Económico (sin duda, un nombre menos épico), con el fin de otorgar a todos los habitantes de esas localidades un sistema integral de servicios básicos para una mejor calidad de vida. Ello implicaba desde el mejoramiento de la calidad de los materiales de su vivienda, hasta la implementación de proyectos productivos en las comunidades atendidas. Hoy, el presidente Peña Nieto trae lo mismo a la mesa con un nombre distinto, pero sobre todo con un objetivo claramente diferente.
A pesar de las semejanzas de apariencia, no todo es igual. La creación de comités comunitarios trae un nuevo actor al escenario. Integrados por beneficiarios de los programas sociales para operar “en tierra” y cumplir con el objetivo de promover la participación comunitaria a fin de erradicar el hambre, estos comités serán un actor interesante en el cuento de la lucha contra la pobreza. En la actualidad, los programas de combate a la pobreza –como Oportunidades—, se basan en el supuesto de que los individuos, y no la comunidad, son el actor clave para terminar con la marginación. Entonces, ¿cuál es la conexión causal en la creación de comités comunitarios para programas que funcionaban desde una perspectiva individualista? Tal vez sea una fórmula enfocada en penetrar poblaciones donde los regímenes comunales prevalecen y suelen obstaculizar políticas que no están diseñadas bajo ese concepto de organización. Parece claro que, como el programa salinista “Solidaridad”, el objetivo es construir capacidad de organización política, factor no muy distante al mundo electoral.
Respecto a la malograda –pero muy socorrida—figura poética de investir una serie de estrategias políticas bajo el nombre de “cruzadas”, éstas fueron, más allá del estereotipo novelesco y cinematográfico, luchas que, bajo la égida de principios sagrados, sirvieron para beneficiar a amigos y destrozar a enemigos tanto religiosos como políticos. Del mismo modo, estas campañas fueron una herramienta para la expansión del poder de la nobleza feudal y la legitimación político-religiosa de los gobernantes que las convocaban. En la actual “Cruzada contra el Hambre”, no quedan claras muchas cosas, como cuál será la función, propósito y responsabilidades de los comités comunitarios, o de qué manera se piensan atacar los incentivos para la corrupción en el manejo de los recursos. Sin embargo, dados los antecedentes de la política social en México, la ciudadanía será la encargada de asegurarse que esta “desinteresada cruzada” no tenga ninguna característica que asemeje a aquellas luchas medievales que, bajo principios casi incuestionables, sirvieron para la consolidación de la hegemonía de grupos políticos en el poder. Nunca es muy tarde para revisitar el pasado y eso es igualmente válido para entender el proyecto como para actuar respecto a él, desde cualquier lado de la barrera.

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