Como cada año, la discusión del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) viene precedida de la iniciativa de decreto de la Ley de Ingresos. En ésta, el poder Ejecutivo, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, establece la perspectiva de crecimiento de la Recaudación Federal Participable, la cual considera los ingresos tributarios y no tributarios (entiéndase petróleo) del Estado. Esta estimación, se vuelve el tabulador base para el PPEF de 2012. En vista de que la inestabilidad económica internacional amenaza con una recesión económica, la Ley de Ingresos presentada considera un menor crecimiento en el esfuerzo recaudatorio y una mayor dependencia relativa de los ingresos petroleros.
Como el PRI mantiene la primera mayoría en la cámara de diputados, buscará transferir el mayor monto de recursos a los estados. Para esto, los priístas tienen todos los incentivos alineados para modificar la iniciativa de la Ley de Ingresos de tal forma que aumenten las estimaciones de crecimiento y bajen las estimaciones del precio del petróleo. Lo primero se traduce en mayores transferencias, mientras que lo segundo implica mayores excedentes petroleros. Los excedentes son sumamente discrecionales por tres razones: se reparten a los estados como gasto no etiquetado, el gasto sólo puede ser revisado por los órganos de fiscalización local y, salvo un par de excepciones, los excedentes petroleros no tienen que ser repartidos a los municipios.
Atendiendo que 2012 es año electoral, el PPEF planteado por el Ejecutivo busca maximizar subsidios y transferencias. Entre otras cosas, incluye aumentos en rubros como acceso a vivienda (4 mil mdp), salud (para cumplir la meta de cobertura universal) y un monto especial para la creación de empleo y capacitación de jóvenes (600 mdp). Así mismo, se puede anticipar que el PPEF será insuficiente para cubrir los costos deseados por los gobiernos estatales para un año electoral y, aunado a que la Secretaría de Hacienda puede retrasar estratégicamente la llegada de recursos a las entidades durante los primeros dos trimestres del año, hay muchos incentivos para que se presente un mayor endeudamiento local.
No obstante, el año electoral mueve tantos recursos en la economía que, en combinación con las propuestas de gasto del Gobierno Federal, se observaría un efecto contracíclico. Por un lado, lo anterior quiere decir que los ingresos tributarios estarán subestimados (lo que implica más recursos para las entidades y menos deuda), pero si no se evita la recesión mundial, el crédito disponible para incurrir en déficit se verá mermado. Esto no quiere decir que habrá menos deuda en los estados, más bien, que los términos de la contratación de deuda no serían los más favorables para los mexicanos.
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