Marcelo Ebrard comienza, con la entrega de su quinto y al parecer último informe de gobierno el pasado sábado, una extensa campaña que intentará difundir los logros de su gestión. Su objetivo: elevar su valor político en la negociación al interior del PRD hacia la elección presidencial. Sin embargo, aún con buenos resultados de gobierno que podrían elevar sus niveles de preferencia electoral en la encuesta en la que competirá con Andrés Manuel López Obrador -como la disminución en 12.5% de los delitos de alto impacto, la caída en secuestros, la disminución de 21% del robo de vehículos y la expansión de diversas obras de infraestructura en la Ciudad de México- las restricciones políticas que enfrenta parecen demasiado fuertes como para contender por la Presidencia.
Si bien se ha criticado el incremento de la deuda pública del DF -estimada en 40% del presupuesto total de la ciudad- los números de Ebrard apuntan una gestión adecuada, sobre todo en materia de seguridad, transporte, salud y derechos sociales. No obstante, no ha logrado capitalizar este hecho con todo y el apoyo de Nueva Izquierda, particularmente fuera de la capital, pues sigue perdiendo dos a uno en los votos frente a López Obrador. Pese a tener tiempo, el control de los recursos de la ciudad y un porcentaje mucho menor de opiniones negativas en el electorado que su contrincante, la encuesta a ciudadanos de izquierda como sistema de elección de candidato marcó para Ebrard una derrota de inicio. Ante esta situación a Ebrard se le presenta el escenario de buscar asegurar su futuro político inmediato con miras a un horizonte más lejano que 2012. Esto implica, tanto asegurarse de definir un candidato afín a él para la Jefatura de Gobierno, como su propio cargo futuro, con el objetivo de mantenerse como una opción viable de una izquierda que quizá vea fracasar por un margen significativo a López Obrador.
Mantener la percepción de buena gestión, por lo tanto, es fundamental también para Ebrard. Por ello, la importancia de lograr defender el presupuesto ante un recorte por 14 mil millones de pesos en participaciones federales para la capital. Dicho recorte impactaría directamente el desarrollo de las principales obras públicas: la línea 12 del metro y la línea 4 del Metrobús. Dos de las principales apuestas en la gestión de Ebrard.
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