Ya sea por escrito o haciendo mutis, las posturas de la oposición respecto al paquete fiscal están en la mesa. El PRD presentó una serie de ideas que si bien son perfectibles, tienen elementos rescatables: una estimación del barril de petróleo de $57 dólares, 5.7% más alta que la oficial, parece una propuesta razonable si se consideran las tendencias en el mercado de futuros para 2010; y analizar la eliminación de regímenes especiales como contramedida para reducir la necesidad de un impuesto para financiar la pobreza es positivo.
Por otro lado, la propuesta del PRD también tiene puntos debatibles: un 7% de impuesto sobre los dividendos podría generar una caída en la inversión, en tanto sería menos atractivo dirigir flujos al sector real de la economía o al mercado bursátil; y eliminar la noción de un impuesto generalizado al consumo, no hace sino asentar la regresividad de la política fiscal y eliminar la opción de reducir el costo de la informalidad.
En el PRI, por su parte, siguen atrincherados y sin consenso. Si bien parecen estar de acuerdo en lo general con la propuesta del Ejecutivo, no quieren aceptar el costo político que ello les representaría; sobretodo después de haberlo criticado fuertemente cuando se presentó. En lo que sí hay quórum, es que el 2% para la pobreza no va.
El debate partidista de la semana que entra será desafortunado para México. Al final la buscada reforma fiscal no llegará, en tanto ninguno de los tres partidos principales está pensando en el cambio de paradigma que necesita el país: propuestas que permitan incrementar la recaudación al tiempo que amplíen la base gravable y democraticen el régimen fiscal.
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