Dos años de gobierno le quedan al Presidente Calderón, tiempo suficiente para que un líder pragmático con capacidad de decisión impulsara cambios positivos en un entorno de instituciones débiles, particularmente en el ámbito económico. Si bien la inseguridad continúa creciendo en las preocupaciones de la sociedad, los asuntos económicos que determinan el día a día de las personas continúan siendo una prioridad. Además, si bien es cierto que será difícil avanzar reformas en el Congreso, el Ejecutivo tienen la oportunidad de promover acciones en áreas tan distintas como infraestructura, telecomunicaciones, competencia, seguridad social e incluso educación.
El impedimento a que esto ocurriera sería un Presidente inmerso en el ciclo electoral y concentrado en la promoción de políticas de corto plazo cuyo principal objetivo fuese no entregar la Presidencia a otro partido. De darse este escenario, el país podría estar a la puerta de dos años de deterioro y de conflicto constante entre las distintas fuerzas políticas, donde todo se sometería a la lógica electoral.
Las opciones están sobre la mesa. En juego está, además del legado de un Presidente, el futuro de un país que no está para permitirse perder dos años.
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