Los consejeros del IFE decidieron ajustar su sueldo a 325 mil pesos mensuales, igualando sus percepciones con las de los ministros de la Suprema Corte. La ley se los permite, pero el horno no está para bollos. La crisis económica ha golpeado los bolsillos y el ánimo de la población. A los ciudadanos no les gusta oír que los funcionarios aumentan su salario muy por encima del ingreso promedio, pero en la situación económica actual, la noticia cae como balde de agua fría. Ante la presión, los consejeros han dado marcha atrás. Sin embargo, el daño a la imagen del Instituto está hecho; además han otorgado elementos para el golpeteo político a actores inconformes con sus decisiones. El IFE tiene enfrente un proceso electoral sumamente complicado y la responsabilidad de implementar una ley electoral que no satisface del todo las necesidades de la democracia representativa. Con decisiones como esta, los consejeros hacen aún más complicada su delicada tarea.
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