Las notas periodísticas de la semana pasada sobre la reforma energética, en especial en medios internacionales, donde se mostraron algunos indicios del tipo de iniciativa que presuntamente impulsará el gobierno federal, desataron reacciones de todas las corrientes ideológicas, ya fueran miembros de partido, legisladores y comentaristas en medios de comunicación. A raíz de esta coyuntura, Cuauhtémoc Cárdenas presentó la iniciativa de reforma energética del PRD, la cual expone que es posible la modernización de PEMEX a través de un cambio de régimen fiscal, mayor autonomía presupuestal y de gestión, y más inversión en tecnología, entre otras cosas. El señalamiento insistente de los políticos de izquierda sobre la “privatización” de PEMEX y la pérdida del dominio sobre el petróleo implícita en una iniciativa como la que, presumiblemente, promoverá el presidente Peña para abrir el mercado de los yacimientos de aguas profundas y pozos no convencionales, evidencia el rechazo que le darán al momento de votar en el Congreso.
La estridente reacción de la izquierda a las notas de la prensa extranjera detonó el posicionamiento en materia energética de todas las fuerzas políticas. Por otra parte, esta coyuntura le permitió a varios políticos encontrar los reflectores perdidos. A continuación algunos destacados ejemplos. Marcelo Ebrard exigió al presidente Peña que debatiera la iniciativa de reforma energética con él; Andrés Manuel López Obrador acusó al gobierno de pretender privatizar PEMEX y transferir la renta petrolera a extranjeros; Jesús Zambrano pugnó por la defensa a la Constitución (en sus actuales términos, se supone); y Ricardo Mejia, vicecoordinador de los diputados de Movimiento Ciudadano, indicó que ellos presentarán su propia propuesta de reforma energética, distinta a la del PRD, donde se “respeta” a PEMEX como una empresa del Estado mexicano. Sintetizando, toda la izquierda se opone a la tentativa iniciativa de reforma energética del presidente –aunque todavía no se conoce de manera oficial—porque postularía la asociación de PEMEX con empresas privadas bajo contratos de riesgo de producción compartida en los pozos de aguas profundas y los de petróleo no convencional.
A diferencia de los partidarios de la izquierda, los políticos del PRI y del PAN se manifestaron a favor de una reforma energética de gran calado. Manlio Fabio Beltrones salió a defender la posible iniciativa del Ejecutivo aludiendo al falso debate que la izquierda promueve (que liberalización del mercado es igual a privatización), mientras que el ex líder panista en el Senado, Ernesto Cordero, y el propio presidente del PAN, Gustavo Madero, respaldaron la eventual propuesta presidencial. Así, en el lapso de una semana, todas las fuerzas políticas del país revelaron su postura con respecto al tema. El presidente Peña logró tantear el agua.
Sea cual fuera, la propuesta de reforma energética desde Los Pinos, tiene buenas oportunidades de materializarse, lo cual presentaría la posibilidad de alterar uno de los símbolos más arraigados –y anacrónicos— de la política mexicana: el impenetrable monolito petrolero. De votar disciplinadamente, PRI, PAN y PVEM tienen los votos suficientes para aprobar modificaciones constitucionales con más de las dos terceras partes de los sufragios necesarios para tal fin (71% de los diputados, 77% de los senadores, y hasta antes de las elecciones del 7 de julio, con mayoría absoluta en 29 de los 31 congresos locales). Ahora bien, los partidos de izquierda están conscientes que en la batalla legislativa son minoría y apuestan a “complementar el debate” con la “defensa del petróleo” en las calles. Por su parte, haber desatado el tema le permite al presidente Peña evaluar la disyuntiva que se le presenta: ¿promover una reforma energética ambiciosa que favorezca el desarrollo económico del país, enfrentando el costo político de tener movilizaciones enormes en las calles, o privilegiar la unión del Pacto por México con una reforma light que no altere la Constitución, pero donde los mercados castigarían la economía mexicana en un entorno de magro crecimiento? La mesa está puesta, la decisión final ya es de un solo actor.
Lo significativo del tema reside en que no existe una propuesta legislativa por parte del presidente y ya todos los actores tomaron una posición al respecto. Ninguna de las partes ha explicado los problemas de la industria, las oportunidades que existen (o no) en el mercado o los desafíos que tienen que ser enfrentados. Como en tantos otros temas, la discusión es absolutamente ideológica y carente de sustento analítico. Independientemente de lo que llegue a presentar el presidente, su gran reto será el de explicar los por qués de su iniciativa y convencer a la población a fin de contrarrestar las movilizaciones que ya se anuncian.
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