El gobierno de Felipe Calderón estableció en el Plan Nacional de Desarrollo la prioridad de situar a México entre las 30 economías más competitivas del mundo para el 2012. El descenso a la posición 60 de 134 países en el Índice de Competitividad Global elaborado por el Foro Económico Mundial, indica que esa meta se encuentra todavía lejana. El país sale mal calificado en los indicadores que miden la eficiencia del mercado laboral (110), el grado de concentración en el mercado (103), la eficiencia de la política antimonopolios (92), las instituciones (97), y la educación superior (74). El reporte paralelo, Mexico Competitiveness Report 2009, va más allá indicando que no existe una sola traba al crecimiento, sino múltiples cuellos de botella –desde leyes hasta poderes fácticos– que frenan el desarrollo del país sector por sector. Tampoco existe un acuerdo sobre el camino que debe seguir el país y eso constituye el mayor freno a un mejor desempeño económico y social. Por cada sector existen factores de poder que frenan reformas, cambios y propuestas. De no resolver las trabas del desarrollo México seguirá perdiendo terreno ante sus competidores y enfrentando un entorno cada vez más adverso hacia el interior.
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