El abandono de Gustavo Madero, presidente del PAN, y posteriormente de Jesús Zambrano, titular del PRD, de todos los eventos del Pacto, hasta que el Gobierno Federal aclare la acusación de manejo corrupto de la Cruzada contra el Hambre en municipios de Veracruz marcó el primer día de diferencias significativas entre las fuerzas políticas firmantes del Pacto por México. Aunque Luis Alberto Villareal, coordinador de los diputados panistas, informó que este evento no marca una ruptura definitiva del PAN con el acuerdo tripartidista, surge la interrogante sobre si es una pausa temporal en los acuerdos partidistas o el principio del fin del mismo.
El pasado 2 de diciembre la firma del Pacto por México se llevó todos los titulares: el nuevo gobierno había comenzado el sexenio con un acuerdo con todas las fuerzas políticas para lograr las reformas que México necesita. Tanto la visión de los liderazgos partidistas de oposición como la división interna dentro de esos partidos permitió que tanto Madero como Zambrano suscribieran dicho acuerdo con el Presidente buscando la visibilidad y el privilegio de la negociación exclusiva de las reformas postuladas por el Pacto. A partir de ese momento, la agenda legislativa estuvo marcada por la temporalidad dictada por el Pacto, dejando fuera de los acuerdos a grupos importantes de legisladores. Para muchos panistas y perredistas sus presidentes se comportan como una extensión del gobierno en lugar de como oposición. Esta presión interna ha acompañado al Pacto desde su creación tensando mucho las relaciones y dejando abierto el espacio para que cualquier desencuentro pudiera poner en duda su permanencia. Tras la revelación del plan para usar los recursos de la Cruzada contra el Hambre con fines electorales por parte de funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social y priistas de Veracruz, y la respuesta casi aprobatoria del Presidente de la República, se encontró una causa justificada para plantear un distanciamiento con el gobierno. El abandonar los presidentes de estos partidos los eventos del Pacto no sólo les representa un tanque de oxígeno al interior de sus partidos, sino también la primera vez que ellos le cambian la agenda política a Enrique Peña Nieto. La cancelación de la presentación de la Reforma Financiera por parte del gobierno muestra la capacidad que tienen los partidos de oposición para alterar la aprobación de futuras iniciativas. El planteamiento de juicio político y la exigencia de renuncia para Rosario Robles, Secretaria de Desarrollo Social, por parte de la oposición, eleva los costos del Gobierno Federal de mantener vivo el Pacto por México de cara a la discusión de reformas mucho más divisorias como son la fiscal y la energética. El espacio de diálogo que ha abierto el Gobierno Federal para superar los desencuentros probablemente rinda frutos y continúen en breve los eventos del Pacto. Sin embargo, los términos del acuerdo serán distintos a los originales. En el juego de vencidas por las reformas los partidos de oposición se apuntaron su primera victoria del sexenio y a Enrique Peña le asestaron su primer golpe.
La firma del Pacto por México entre el Gobierno Federal y los principales partidos de oposición dio la imagen de un periodo reformador y permitió al gobierno capitalizar los éxitos de algunas reformas aprobadas en estos meses(1), pero no mostró un mecanismo de salida fácil y sin costos políticos para el mismo. La cancelación de la presentación de la Reforma Financiera fue un golpe al capital político de Enrique Peña que vio como otros actores pueden influir también en la agenda legislativa. El Pacto por México (o los acuerdos entre varios de los actores políticos presentes) continuará en búsqueda de la aprobación de las reformas trascendentales que se presentarán en el segundo periodo legislativo de 2013, pero la fuerza relativa de estos actores habrá cambiado. El camino adelante no dejará de ser pedregoso. Vienen, primero, los procesos electorales en que evidentemente se confrontarán los partidos; luego vendrán las reformas más complejas y en las que las posiciones históricas de los dos partidos de oposición son claramente distintas. En algún momento, alguna de las tres fuerzas políticas dirá que ya no da o que ya dio y con eso cambiará el esquema. Cualquiera de los partidos podría acabar ahí…
(1) Hasta ahora el Pacto ha logrado la aprobación satisfactoria de la reforma educativa, de la ley de víctimas, la nueva ley de amparo y próximamente la reforma de telecomunicaciones.
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