La comparecencia del secretario Carstens ante el Congreso fue un claro ejemplo de que el paquete económico para 2010 no dejó satisfecho a nadie más allá del PAN. Proponer un impuesto al consumo inconformó a las bases de la izquierda mexicana, ampliar el ISR a la clase media cautiva, y los ajustes al IEPS pusieron en contra a sectores clave para la competitividad del país. El recorte de gasto corriente molestó a los recortados y fue declarado insuficiente por la oposición en el Legislativo –que no sufre el recorte y buscará acotar más al Ejecutivo. Inclusive la propuesta de un déficit fiscal moderado no fue bien recibida.
Este escenario deja a México en la incertidumbre, lo que podría impulsar la volatilidad de variables clave como el tipo de cambio, las tasas de interés y la inflación. En un momento donde es urgente conseguir acuerdos e impulsar palancas de crecimiento estable, México se quedó con el peor de los mundos. Por un lado, una propuesta económica maltrecha y limitada que no promueve la competitividad; y por otro, una expectativa de paquete económico que se limitará a promover más gasto a nivel estatal, que no hará mucho por ampliar la base recaudatoria, y que fomentará un mayor déficit público.
Al final, México tendrá su miscelánea en tanto los partidos necesitan financiar campañas electorales en 10 estados durante 2010. Por lo que es de esperar un escenario como sigue:
* El 2% aprobado, pero acotado en algunos productos.
* Un déficit fiscal en el orden de 1.3 a 1.5%.
* Un precio estimado del crudo en el orden de $50.00 dólares.
* Una muy lejana posibilidad de ajustes en regímenes especiales.
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