El periodicazo del jueves pasado sacó de sus casillas a Elba Esther Gordillo quien negó que el sindicato hubiera solicitado una exención al pago del ISR sobre prestaciones para más de millón y medio de agremiados. En una demostración de poder y arrogancia, la Maestra llamó al Secretario Carstens a desmentir la nota. Los datos finales de la negociación con el sindicato aún no son públicos. Sin embargo, el episodio deja entrever que, si bien la Maestra pudo no haber obtenido todo lo que pedía, sigue siendo un factor de poder en la política mexicana. Es evidente que, al menos hasta ahora, el gobierno de Calderón ha decidido no enfrentar a uno de los enclaves autoritarios que más paralizan el desarrollo del país. Quizás la razón de fondo es que un sindicato de esa naturaleza, sin cabeza, podría ser aún más difícil de controlar. El dilema es qué hará el gobierno actual para hacer compatible a su aliada política con su compromiso por transformar la educación.
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