Este martes el Senado aprobó en comisiones –con la abstención del PRD- tres de siete dictámenes de la reforma petrolera, relativos a energía sustentable, el establecimiento de un plan nacional de energía y de la Comisión Nacional de Hidrocarburos. Las primera iniciativa es periférica para el tema petrolero y la segunda es sobre todo de efecto retórico, considerando la existencia actual de planeación técnica con un horizonte de 10 años. La propuesta de la Comisión de hidrocarburos presagia el visto bueno para los contratos incentivados, el corazón de la reforma, pues sería el órgano regulador encargado de supervisarlos. Tanto los contratos incentivados como la Comisión son alternativas institucionales de segundo orden para la participación privada limitada en exploración y producción. Los primeros son un mecanismo no probado y la segunda implica redundancia burocrática. El anuncio presidencial de la construcción de una refinería con recursos públicos complica aún más que la maquila de gasolina y la participación privada en ductos sean parte de lo aprobado. La ruta marca que el fin de semana concluyan los trabajos en las comisiones de Energía y Estudios Legislativos, y toque el turno al pleno del Senado.
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