En el último mes Elba Esther Gordillo ha reactivado el debate en la clase política sobre su capacidad de operación, los costos y beneficios que asociarse a ella implica, e incluso, sobre el futuro que le espera. Una vez resueltos los cambios en los liderazgos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y el PANAL (con excolaboradores cercanos y su propia hija), Gordillo se abocó a trabajar en lo que ve como su alternativa de asociación con un candidato a la Presidencia. Sus últimos movimientos en busca de fijar nuevas reglas podrían ir en su contra si cualquiera que sea su eventual favorito rumbo al 2012 comienza a ver más costos que beneficios en su asociación con ella.
Al exponer al Presidente Calderón con sus declaraciones y denunciar a la administración de Miguel Ángel Yunes, Gordillo podría haber intentado capitalizar el rompimiento y acelerar su aproximación al PRI. No obstante, el costo para el PRI -oportunidad para el Ejecutivo y el PAN- puede observarse, tanto en términos de opinión pública por lo que Gordillo representa, como en una fisura al interior del partido al dar la oportunidad al Senador Beltrones de pronunciarse en un sentido diferente al de la dirigencia de Humberto Moreira.
Es de observarse que el valor o aportación de Gordillo es distinta para cada partido y momento. Para el PAN, podría haber representado un margen muy significativo en la victoria de 2006 en un escenario muy competido, además de que le proveyó una estructura de movilización de la que carece el PAN en buena parte de la república mexicana. En cambio en el PRI su aportación se reduciría significativamente porque, con los márgenes de ventaja que parece tener su principal candidato para el 2012, Gordillo no puede vender su margen de maniobra electoral al mismo precio. Además, la estructura de movilización de las bases del PRI existe a lo largo y ancho de todo el territorio. En términos electorales, el valor real de Gordillo está en el papel que puede jugar como enemiga del Ejecutivo y el PAN, muestra que ya dio con sus más recientes declaraciones. Considerando que el PRI no quiera dejar ni un cabo suelto rumbo a 2012, acercarse a Gordillo es una opción. Sin embargo, el costo es muy alto, más aún considerando que la gobernabilidad que en teoría brinda pactar con ella una vez que se es gobierno, cada vez se ve más minada por la mayor disidencia que enfrenta dentro del magisterio.
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