La designación de Eruviel Ávila como precandidato único del PRI a la gubernatura del Estado de México muestra que al menos el Gobernador Peña Nieto aprendió la lección que las elecciones en Sinaloa, Oaxaca y Puebla le dejaron a su partido: despreciar el liderazgo local y el trabajo con las bases partidistas lleva a la derrota. Con esta decisión, además de reducir al máximo los riesgos de fractura interna y de aprovechar la experiencia y liderazgo político electoral del precandidato, el PRI complica las posibilidades de la oposición que ahora se ve obligada a designar a candidatos de mayor perfil si no desea tener una participación meramente testimonial en esta elección. Aunado a las condiciones internas de PAN y PRD esto dificulta aún más la consolidación de una alianza opositora.
La presión que ha ejercido López Obrador sobre el PRD -tanto a través de la negativa de Alejandro Encinas a ser el candidato de una alianza que incluya al PAN, como por medio de la amenaza de lanzar a otro candidato de izquierda con el PT y Convergencia- es mucha y vislumbra que una división de la izquierda en Estado de México haría eco a nivel nacional y complicaría los acuerdos para designar un solo candidato de izquierda para el 2012. Si algo le queda claro a la izquierda mexicana es que para competir seriamente por la Presidencia el rompimiento no es una opción. Ante esta amenaza, actores como Marcelo Ebrard y Jesús Zambrano comienzan a recular en sus ánimos aliancistas y ven con mejores ojos una alianza de izquierda encabezada por Alejandro Encinas que, aunque no gane, permita empezar a construir rumbo al 2012.
El PAN, por su parte, al ver casi desaparecida la posibilidad de ir en alianza con el PRD en el Estado de México tenía dos opciones: presentar un candidato testimonial como ya lo hizo en Guerrero; o postular lo mejor que sus acuerdos internos le permitieran. La designación de Luis Felipe Bravo Mena como candidato de unidad sugiere que optarán por lo segundo. Si bien el PAN sabe que sus oportunidades de ganar son limitadas, en el Estado de México, a diferencia de Guerrero, cuenta con una base electoral que sería muy costoso desatender a un año de la elección Presidencial y no necesariamente se inclinaría por un candidato de izquierda en caso de una eventual declinación del candidato panista.
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