El pasado 14 de septiembre Manlio Fabio Beltrones, con el apoyo de los coordinadores del PAN y del PRD en el Senado, presentó una iniciativa que busca aumentar la gobernabilidad. Ahora la idea es respaldada por un grupo de académicos y otros actores entre los que figuran Marcelo Ebrard y Santiago Creel. La idea general detrás de la propuesta es generar condiciones de gobernabilidad a través de una división del gobierno que incluya a la oposición.
Las implicaciones de ingeniería institucional de la alternativa propuesta no son claras. En estudios comparados, los gobiernos con sistemas mixtos -aquellos que toman elementos prestados del parlamentarismo y del presidencialismo, no parecen resolver los problemas de gobernabilidad. En particular, un gobierno de coalición tiene dos condiciones que pueden entorpecer la gobernabilidad en una estructura presidencial: la no obligatoriedad de la formación de un gobierno de coalición y la falta de un voto de confianza que represente una amenaza creíble para el Ejecutivo. La primera condición implica que el Ejecutivo no tiene por qué optar por un gobierno de coalición y, si lo hace, a través del control de agenda, puede jugar a deshacer coaliciones hasta que quede con un equipo que le satisfaga. La segunda restricción implica que el contrapeso legislativo es nulo. Es decir, el Congreso no tendría la facultad de vetar la propuesta de coalición del Ejecutivo (aunque sí de los secretarios de Estado). Finalmente, es importante observar que no existe parálisis legislativa. La impresión de parálisis proviene de la ausencia de reformas cuya formulación no puede ser resultado de la división forzada. Por tanto, si bien se pueden repartir algunas funciones de gobierno, no se puede obligar con mecanismos estructurales a consensuar reformas legales.
Más allá de las posibles implicaciones sobre la gobernabilidad, lo cierto es que no sorprende que entre los actores que hoy respaldan la idea, como Ebrard y Creel, están quienes, por tener una condición de debilidad respecto a sus contrincantes en la carrera por la candidatura de su partido a la Presidencia, se verían más beneficiados. Esto, porque implicaría que a pesar de ser parte de un grupo minoritario en su partido, podrían tener acceso al poder. En cambio, también resulta razonable que aspirantes con una mayor expectativa de victoria en sus partidos no apoyen la iniciativa, ya que cuentan con una mayor certidumbre sobre su base de apoyo, y porque, en el plano de las percepciones, no quieren ponerse de lado de los derrotados de forma anticipada.
La reproducción total de este contenido no está permitida sin autorización previa de CIDAC. Para su reproducción parcial se requiere agregar el link a la publicación en cidac.org. Todas las imágenes, gráficos y videos pueden retomarse con el crédito correspondiente, sin modificaciones y con un link a la publicación original en cidac.org