Guerrero: lo que está en juego

PRD

El próximo 30 de enero 2.4 millones de guerrerenses elegirán nuevo Gobernador, 46 Diputados locales y 81 Alcaldes. Resalta que, por homologación del calendario electoral local con el federal –disposición contenida en las reformas electorales aprobadas en el 2007– el mandato del nuevo Gobernador será de sólo cuatro años, para ser renovado de nueva cuenta en el 2015. Si bien, las elecciones pondrán a prueba la permanencia del PRD al frente del Gobierno del estado y el control del Congreso local, la contienda por la gubernatura parece ser más una disputa entre las distintas élites políticas del PRI guerrerense, que un proceso electoral en el que se contrasten propuestas que transformen la realidad del estado.
La alianza PRD-PT-Convergencia postula como su candidato a un ex priísta, Ángel Aguirre Rivero, senador con licencia por el PRI y ex gobernador interino del estado –sustituyó a Rubén Figueroa Alcocer cuando éste renunció a su cargo derivado de la matanza de Aguas Blancas en 1996. Su postulación por esos partidos respondió, principalmente, a que el PRI lo descartó como candidato a la gubernatura debido a que una vez asumida la gubernatura interina Aguirre Rivero decidió separar de sus cargos a los colaboradores más cercanos a Figueroa Alcocer, generando un enfrentamiento con éste –el PRI nombró candidato entonces al ex alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños.
La postulación de Aguirre Rivero como candidato también trajo conflictos al PRD, enfrentando al actual Gobernador del estado, Zeferino Torre Blanca con el Consejo Nacional de su partido. Si bien, el candidato natural para suceder a Torre Blanca era Armando Chavarría Barrera, asesinado en agosto de 2009, su muerte generó enfrentamientos entre los aspirantes: por un lado, David Jiménez Rumbo, del grupo político del fallecido Chavarría; Lázaro Mazón, afín al Presidente nacional del PRD, Jesús Ortega y; Armando Ríos Piter, respaldado por el actual Gobernador. Ello obligó tanto al CEN del PRD, como a Torre Blanca a optar por Aguirre Rivero, quien permitía conciliar los intereses de las distintas corrientes del partido y acababa de dejar las filas del PRI al haber sido descartado como candidato a la gubernatura por ese partido.
Si bien las elecciones en Guerrero no despiertan el interés nacional, podrían representar un termómetro útil para medir el poder de las estructuras operativas de los partidos políticos. Además, la postulación de un ex priísta como candidato a la gubernatura por el PRD es, nuevamente, ejemplo de los problemas que ha tenido el PRI para resolver los conflictos internos derivados de la elección de sus candidatos, amenaza de la que no estará exento este año.

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