Harta del Mundial

Competencia y Regulación

Estoy harta del fútbol y eso que todavía no empieza el mundial.

Recuerdo con nostalgia cuando hace solo algunas décadas uno tenía únicamente su equipo de la liga nacional y esperábamos cuatro eternos años para ver a la selección mexicana en el Mundial.

Ahora que la globalización nos alcanzó, hay que poner esfuerzo para no enterarse quién ganó la Champions, qué escándalo traen los directores técnicos en España o si el Chicharito sigue en la banca.

La industria del fútbol ha adquirido tal dimensión, que el fenómeno ha sido adoptado por economistas, estadísticos, financieros y matemáticos para su estudio. El resultado ha sido información útil para quienes viven de la industria pero también para aficionados y estudiosos de los fenómenos sociales.

Uno de los ángulos analíticos ha sido la economía de los jugadores “superestrella”. Hay, en efecto, industrias que generan una enorme acumulación de riqueza en unos cuantos individuos. En este siglo, los medios de comunicación han hecho que quienes poseen habilidades extraordinarias obtengan exponencialmente más ingresos que hace sólo algunas décadas, pues pueden tener seguidores en todo el mundo. La globalización ha abierto una brecha económica entre quienes tienen la habilidad para ser sobresalientes y los que no, como cuando notamos que el médico oncólogo percibido como el #1 en su disciplina gana 10 veces más que el #2. En el fútbol, como en otras áreas, cada vez habrá menos espacio para quienes se queden a la mitad del camino en habilidad, talento o simplemente reconocimiento.

La globalización también nos ha llevado a que las selecciones nacionales tengan cada vez más jugadores en ligas extranjeras. Por ejemplo (como lo muestra el blog de CIDAC Futbol), la selección de Inglaterra tiene la mayor cantidad de jugadores en las tres mejores ligas del mundo. En México, 30 por ciento de los jugadores de nuestra selección están en ligas extranjeras. Esta internacionalización hace que los equipos conjuguen lo mejor de muchos estilos de juego.

Y, como en otras áreas, hay factores difíciles de explicar. Por ejemplo, el análisis The World Cup Economics de Goldman Sachs muestra cómo un equipo de casa mete en promedio 0.4 goles más que si no jugara en su país. Curiosamente, en este mismo análisis, México aparece como el equipo al que más le afecta no jugar en su terruño.

A través de otros estudios más enfocados en el desarrollo sabemos que la disponibilidad de grandes extensiones de tierra impacta positivamente sobre las posibilidades de un país de llegar a la final, porque hay más lugar dónde practicar. Sabemos también que hay una relación positiva entre la cantidad de violencia a la que están expuestos los niños y la cantidad de tarjetas amarillas y rojas que recibe un equipo. Y estudiosos han concluido que en el largo plazo, China e India tienen más posibilidades de tener buenas selecciones que países en África, pues el desarrollo económico es determinante.

Si los mexicanos han decidido consumir fútbol por encima de todas las cosas, bien vale la pena sentarnos a pensar cómo es que esto puede ser un buen laboratorio para aprender y combatir algunos de nuestros peores problemas. Bienvenido el mundial, buena suerte a nuestra selección y enhorabuena por los que están haciendo análisis futbolístico de vanguardia.

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