Para que el crimen organizado florezca como industria se requieren tres pilares (Falcone, dixit): capacidad y amplitud de operación, capacidad financiera y contubernio con la autoridad. Este último pilar se ha mostrado en toda su esplendor y a los más altos niveles, respecto de los grupos criminales que operan desde Sinaloa. Los Zambada y los Chapos incluyeron a miembros del ejército y de la PFP en su nómina; mientras que los Beltrán Leyva tendrían a sus agentes e informantes en los más altos niveles de la SIEDO e incluso, ha trascendido, ¡en la embajadanorteamericana! El propio Comisionado interino de la PFP esta siendo interrogado y podría ser arraigado. En un reñido certamen de corrupción esta semana se divulgaron casos de contubernio, penetración y filtraciones de agentes de las dependencias federales encargadas de combatir al crimen. A 13 años de que se planteara la depuración de las instituciones como una prioridad, se admite que se han relajado los criterios, los protocolos y que la capacidad de amenaza y corrupción del crimen es difícil de enfrentar. La PGR se plantea depurar en un año. La revelación de esta descomposición institucional desalienta y alarma a la ciudadanía. Ya la podredumbre llegó a un peldaño debajo de los secretarios.
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