A decir del Tribunal Electoral, la resolución que dictaminó en el caso Iztapalapa fue hecha en tiempo y forma. Jurídicamente es correcto, sin embargo no puede soslayarse el carácter político que el tribunal puede jugar en el desempeño de sus actividades. Por eso las reglas deben ajustarse a la esfera política, con el objeto de minimizar la politización del ejercicio del tribunal y resguardarlo como lo que es, un garante de la democracia. La resolución del tribunal tuvo como resultado la sustitución de Clara Brugada, identificada con el grupo Izquierda Unida, por Silvia Oliva, de Nueva Izquierda, y trajo aparejada una nueva confrontación al interior del PRD. Iztapalapa representa la joya de la corona en la capital: con sus casi dos millones de habitantes y su enorme aparato clientelar, es la unidad geográfica que más aporta electoral y políticamente a las filas del partido en el ámbito local y en el nacional. Esta lucha seguramente costará a Marcelo Ebrard; si quiere mantener intactas las estructuras clientelares deberá hacer concesiones importantes –políticas y económicas– a Brugada e Izquierda Unida una vez aceptada la resolución del tribunal. Una vez más los conflictos internos del PRD abren oportunidades para los otros partidos políticos.
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