Resulta inaudito que año tras año, al momento de la negociación salarial con el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), se suceda el mismo debate en torno a las fallas sector eléctrico mexicano. Pagamos costos altísimos por un mal servicio, sobre todo en la región central del país donde Luz y Fuerza del Centro (LFC) es el único proveedor. A pesar de sus grandes pérdidas –al tercer trimestre del 2008 se reportaban pérdidas de 41 mil millones de pesos que tuvieron que ser subsanados con subsidios gubernamentales– la empresa cedió, bajo la ya clásica amenaza de apagones primaverales, a otorgar al sindicato un 6% de aumento salarial, incluyendo prestaciones. Es un monto que resulta sustancialmente mayor al que han obtenido el resto de los trabajadores mexicanos este año. Y es que si la productividad de la paraestatal justificara tal aumento salarial, entonces no habría lugar para inconformidades. Sin embargo, de aquellos compromisos de productividad adquiridos el año pasado para justificar su aumento salarial adelantado, hoy no queda más que humo. Una vez más gana un sindicato improductivo a costa de los impuestos de los contribuyentes y de la competitividad del país.
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