Después de seis meses de espera, este martes 28 de octubre se aprobó la reforma petrolera. Aunque ésta conserva pocos elementos de la propuesta inicial del presidente Calderón, el gobierno la ha celebrado como un logro –particularmente en lo que concierne a la “hazaña” de llegar a un acuerdo político en un tema delicado para el país–.
¿Se resuelven los problemas de PEMEX con la reforma aprobada?, En definitiva no. La reforma no ataca directamente el principal problema de PEMEX: la caída en su producción. Esto, acompañado de la tendencia a la baja de los precios del petróleo –que esta semana tocaron un piso de $49.6 dólares por barril– trae cuestionamientos importantes sobre la habilidad de la paraestatal para financiar sus propias operaciones ahora que tiene más flexibilidad. Además, el precio bajo de esta semana de la mezcla mexicana contrasta con la proyección realizada por el Congreso en la Ley de Ingresos recién aprobada, que pronostica un precio promedio de $70 dólares por barril para el 2009.
El objetivo principal de la reforma, desde un punto de vista empresarial y de crecimiento económico, debió concentrarse en aumentar la producción para impulsar la industria y provocar derramas en toda la economía. A lo largo de las negociaciones ese objetivo se desvirtuó en pos del acuerdo político. ¿Qué queda de rescatable? La reforma dio a PEMEX mayor capacidad operativa en la teoría, falta ver si es posible realizar los cambios administrativos necesarios al interior de la paraestatal para incrementar la producción y mejorar el desempeño.
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