La consulta popular del PAN: ¿una estrategia digna?

Opinión Pública

Al mediodía del 28 de julio pasado, ya con el correspondiente aviso de intención presentado al Congreso, el líder nacional del PAN, Gustavo Madero, anunció el inicio de una campaña de recolección de firmas que pretende llevar a las urnas en 2015 el tema del salario mínimo. Esta sorpresiva decisión, aunque aparentemente fuera de sintonía con la atención de los debates a nivel nacional, pasa por temas de relevancia clara: los pendientes en materia de desigualdad social, la puesta en práctica de los mecanismos de democracia participativa y la dinámica partidista para fijar agenda rumbo a 2015. Considerando lo anterior, ¿es esta consulta popular una buena apuesta para el PAN? Ello habría que evaluarlo en función de cuatro aspectos: la viabilidad o conveniencia en materia económica, su congruencia con los valores del partido, la alineación con sus intereses políticos, y el potencial impacto en la opinión pública.
En atención al primer punto, partimos de la interrogante tal como fue planteada por el liderazgo blanquiazul: ¿Estás de acuerdo en que la Ley Federal del Trabajo establezca que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos fije un nuevo salario mínimo que cubra todas las necesidades de una familia para garantizar al menos la línea de bienestar determinada por el CONEVAL? A pesar del optimismo de Gustavo Madero por los alcances de la pregunta, anticipando que la modificación beneficiaría a 26 millones de mexicanos, la teoría económica arroja criticas importantes. En principio, se estaría buscando un impacto económico por decreto, y no por vía del mercado, arriesgando efectos inflacionarios – escalada de precios ante el incremento en costos de producción – y de la mano, despidos o menores contrataciones.
Dado lo anterior, cabe evaluar si abanderar una lucha a favor del salario mínimo es congruente con la propia historia e ideología del partido o, más importante, con su propia base política y votantes potenciales. El presidente del blanquiazul explicó sus motivos en términos de promover “la dignidad de la persona humana”. Sin embargo, es difícil reconciliar la defensa de lo que esencialmente es una distorsión del mercado con los principios que motivaron a grupos fundacionales de Acción Nacional. El asunto va más allá de lo dogmático: en cuestión de aliados estratégicos y obtención de recursos, el PAN podría estar alienando a un grupo importante de empresarios en momentos especialmente delicados (ya se pronunció al respecto la COPARMEX, advirtiendo que un aumento al salario mínimo debería venir ligado a la productividad). No deja de ser curioso también que el panismo se coloque en una posición que lo confronta con este sector, dejando pasar la oportunidad de capitalizar el descontento de la clase empresarial por las acciones del gobierno federal.
En esta línea, ¿cuál es el valor de la jugada en el terreno político? En primer lugar, aunque parte del discurso que la promueve pareciera insinuarlo así, la consulta popular que impulsa el PAN no es la única sobre la mesa. La campaña que llevan a cabo el PRD y López Obrador buscando dar marcha atrás a la reforma energética se ha mantenido desde abril, aunque con variantes de ímpetu. Ante ello, habrá que prever un escenario: por lo establecido en la Ley Federal de Consulta Popular, en el caso de que ambas iniciativas consiguieran el número de firmas requerido, y que más de una quinta parte de quienes apoyan la consulta en lo energético hubieran decidido apoyar también lo relativo al salario mínimo, sólo sería admitida la primera solicitud que se entregue. Es decir, PRD y PAN estarían compitiendo contra reloj para reunir el dos por ciento de la lista nominal. Un segundo escenario relevante en lo político: de colocar su pregunta en las urnas, el panismo podría estar confiando en tener un gancho que beneficie a sus candidatos en elecciones intermedias, dada la histórica baja asistencia en estos comicios. Esto, claro, con el riesgo de que quien asista a la casilla atraído por el tema, incluso si lo hace convencido de apoyar la pregunta del PAN, puede también dar su voto para candidatos distintos a los blanquiazules.
Finalmente, está el factor de la búsqueda de reflectores: ¿Es esta decisión una buena estrategia en términos de posicionamiento? Dados los retos que enfrenta, son comprensibles los elementos que harían atractiva esta idea para la dirigencia panista: obtener atención positiva tanto de medios como de ciudadanos, colocarse al frente de un tema, y con ello, darle una causa a un PAN que ha estado perdido y confrontado; permitiendo a sus militantes trabajar por una misión concreta. Todos estos parecerían puntos positivos. Aún así, en la práctica su causa podría diluirse entre otros temas y fracasar en la movilización de bases. O, peor todavía, podría estar movilizando las bases de la izquierda: nadie sabe para quién trabaja…
Ahora, concediendo el supuesto de que la decisión fuera acertada en este aspecto, ¿no podría haberse alcanzado el mismo impacto con una propuesta de política pública más certera tanto en generar un cambio positivo para la población como en consolidar (o resucitar) los principios del partido? Si, como sugieren algunas declaraciones de Madero, primero se decidió proponer una consulta popular, y sólo después se eligió el tema, parecería confirmarse que, extraviada la agenda de largo alcance, el PAN apuesta por lanzar la moneda y esperar a que haya suerte.

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