La desigualdad mexicana: el círculo vicioso de tributar mal y gastar peor

La semana pasada Oxfam México presentó el estudio “Desigualdad Extrema en México: Concentración del Poder Económico y Político”. Las conclusiones del estudio evidenciaron una condición que sigue siendo un lastre para el desarrollo económico del país: México es uno de los países más desiguales del mundo.
El estudio revela que si bien en las últimas décadas el ingreso per cápita de México ha aumentado significativamente, la mayoría de la población no se ha visto favorecida por dicho crecimiento. Los beneficios del progreso económico se han concentrado en el decil más alto de la población. Por ejemplo, el estudio señala que, mientras en 2003 los cuatro mexicanos más ricos del país concentraban el ingreso equivalente al 2 por ciento del PIB, para 2014 dicha cifra había aumentado a 9 puntos porcentuales, lo cual representó una tasa de crecimiento aproximada a la quinta parte de la variación anual del PIB nacional durante el mismo periodo.
En una economía de mercado la acumulación de capital es un resultado natural y es inocuo a cualquier juicio de valor. Pero cuando muchos tienen tan poco se puede convertir en un impedimento para que el país en su conjunto mejore sus condiciones económicas. Es por ello que el principal instrumento económico para reducir la desigualdad reside en la capacidad del Estado para redistribuir los recursos públicos en la sociedad de forma eficiente. Sin embargo, la perpetuación de la desigualdad en México está ligada a dos temas pendientes en la agenda: un defectuoso esquema de tributación y un gasto deficiente.
Mala tributación
El padecimiento crónico de la baja recaudación en México no se debe a bajas tasas impositivas, sino a una reducida productividad tributaria y eficiencia recaudatoria. Durante la década pasada, la eficiencia recaudatoria en México se mantuvo prácticamente estancada. En 2010, los ingresos tributarios no petroleros del país alcanzaron alrededor del 10% del PIB, mientras que el promedio de América Latina y los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) fue de hasta el 20 y el 35%, respectivamente. Inclusive considerando las proyecciones iniciales derivadas de la Reforma Social y Hacendaria de 2013, la cual anticipa un aumento de 3 puntos porcentuales en la recaudación para el periodo 2014-2018, la recaudación tributaria sería significativamente más baja que la observada en la región. De acuerdo con la OCDE y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el nivel de desarrollo de la economía mexicana sugiere que México podría recaudar el doble con respecto a lo que hace en la actualidad.


Fuente: SCHP. Estadísticas Oportunas de Finanzas Públicas.
Cabe destacar dos deficiencias del sistema recaudatorio. Por un lado, los ingresos tributarios de México han descansado principalmente en los impuestos directos sobre la renta, de donde proviene casi el 60% del total de ingresos vía impuestos. A la luz de las altas tasas de informalidad, las cuales alcanzaron el 58.79% del empleo total en 2014,  esto resulta en una recaudación inefectiva. Así que la extensiva dependencia sobre una base gravable pequeña –los trabajadores formales– con altas tasas impositivas, pone al fisco mexicano en una situación frágil puesto que se convierte en caldo de cultivo para una mayor evasión y para el fomento y solidez del mercado informal.
Por otro lado, es importante mencionar los vacíos de los impuestos indirectos, en particular los concernientes al Impuesto al Valor Agregado (IVA). En México, los esquemas de cumplimiento fiscal del IVA son bajos con respecto al resto del continente –la recaudación por este impuesto como proporción del PIB es la segunda más baja de la región. De acuerdo con estimaciones de la OCDE, el Estado mexicano recauda 63 de cada 100 pesos sujetos al IVA. Esto se debe en parte a la existencia de múltiples exenciones fiscales que responden a criterios poco claros por parte de la autoridad fiscal. El ejemplo más reciente de esto es el anuncio por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT) acerca del pago del IVA en las comidas preparadas en tiendas de conveniencia. El pago del IVA de este tipo de alimentos no es nuevo, de hecho ha estado vigente en la legislación por más de tres lustros, pero hasta ahora no se había puesto en marcha. El aumento de la eficiencia tributaria necesariamente pasa por un planteamiento serio de la reestructuración del esquema recaudatorio, por ejemplo, a través de la reducción de las excesivas tasas al contribuyente cautivo, y con un aumento de la base gravable que no conduzca a mayores tasas impositivas.
Gasto deficiente
Toda vez que se ha solventado el tema de los ingresos, el gasto público es la herramienta fundamental con la que cuenta el Estado para reducir la desigualdad y la pobreza en la población. Los distintos programas de asistencia social han sido dirigidos con precisión a aquellos sectores de la población más vulnerables de caer en precariedad total (ver Gráfica de Oportunidades). No obstante, tras una revisión de la evolución de la pobreza, el fracaso de distintas administraciones  por reducirla es evidente (ver Gráfica Evolución de la pobreza). De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en 1992 el 53.1% de la población vivía en situación de pobreza patrimonial . Así, tras casi tres décadas de renombrar (Solidaridad, Oportunidades, Prospera) y relanzar programas sociales de gran envergadura, esta cifra sólo ha disminuido poco más de 1%.


Fuente: ENIGH 2012


Ahora bien, atacar de forma eficaz la problemática de la desigualdad y promover la movilidad social en México requiere de una reestructuración que no implica gastar más pero sí gastar mejor y dejar atrás el modelo de corte asistencialista con objetivos político-electorales. El gran problema consiste en modificar rubros de gasto que a todas luces resultan ineficientes y regresivos. Existen partidas presupuestales que en vez de focalizarse en salud y acceso a servicios básicos con el objetivo de garantizar un piso mínimo, se destinan a rubros que no sólo no atacan la desigualdad, sino que la acentúan.
El tema de los subsidios energéticos es ilustrativo. Es cierto que en la actualidad no hay un subsidio a las gasolinas, sino una recaudación extraordinaria por el Impuesto Especial a la Producción y Servicios. Sin embargo, también lo es que el régimen fiscal actual deja abierta la posibilidad a la reactivación de un subsidio (sin lógica redistributiva) si el precio internacional del petróleo es lo suficientemente alto. En 2013 el monto de subsidios a las gasolinas ascendió a los 105 mil millones de pesos (mdp), mientras que el gasto en 2012 para el programa Oportunidades (ahora Prospera) fue de 11 mil mdp; para pensiones de adultos mayores de 4 mil mdp; y, para becas de 2 mil mdp. En este contexto, el consumo de gasolinas se concentra en el los deciles más altos de la población (deciles IX y X), los cuales representan el 58.08% del consumo total. La reestructuración del gasto público implica tocar cotos de interés y romper con inercias que posiblemente implicarían costos políticos de corto plazo, a cambio de beneficios extendidos a largo plazo.


Fuente: ENIGH 2012.
Asimismo, el gasto en educación mediante becas gubernamentales también es ejemplo de un gasto regresivo, ya que se concentra en los deciles más altos de la distribución. De cada diez becas que otorga el gobierno en educación, seis están dirigidas al 30% de la población con mayor nivel de ingreso en el país.


Fuente: ENIGH 2012.
Por último, otro elemento que fomenta la desigualdad económica en nuestro país es que no existe una política dirigida a consolidar una clase media. Es cierto que ésta aumentó 4% durante la primera década del siglo XXI, pero también lo es que dicho aumento es tan bajo porque existe una gran proporción de la población en México que es vulnerable a fenómenos drásticos como la inestabilidad financiera, cambios súbitos en las tasas de interés, accidentes de trabajo o la muerte de uno de los miembros de la familia. De acuerdo con datos del CONEVAL, 32.2 millones de “clase medieros” se encuentran en una posición de fragilidad que, ante un shock externo, los podría hacer caer ipso facto en una situación de pobreza.
Por consiguiente, las políticas fiscal y social en México han resultado sumamente eficaces para mantener a un electorado y contribuyentes cautivos, mas no así para convertirse en piedras angulares del crecimiento y desarrollo económico del país.


Semana Política es elaborada por: Ximena López, Mariana Meza, Carlos de
la Rosa, Santiago Martínez, Rafael Vega. Editor: Luis Serra.

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