A la cuesta de enero, este año se le se suman la expectativa de una caída en el PIB, la inflación que continúa repuntando, la amenaza del desempleo y mucha incertidumbre. La primera mitad del año será muy complicada pues se materializarán los efectos negativos de los eventos que se presentaron a finales del 2008. Lo que siga dependerá de la situación económica mundial, de las condiciones internas del mercado y de las estrategias, gubernamentales y empresariales, que se implementen:
* En la medida de sus posibilidades políticas – operativas y presupuestarias, el gobierno buscará fortalecer el mercado interno –con un mayor gasto en infraestructura-, canalizar recursos financieros –a través de la banca de desarrollo principalmente- y apoyar el poder adquisitivo de las personas –afectado por la inflación y el desempleo.
* Tanto en el sector público como en el privado, los desafíos bien pueden convertirse en oportunidades. Para alcanzarlo será muy importante que se logren identificar los cambios que se den en las diferentes industrias y mercados, en los precios relativos, en la asignación de recursos, en las preferencias y en los determinantes del consumo. La clave estaría en aprovechar esta crisis para transformar a la economía mexicana mediante un cambio de estructura de regulación, la definición de prioridades en materia de desarrollo y la concertación de acuerdos políticos entre los sectores productivos. Sin embargo, nada de eso está en el proyecto gubernamental que fue presentado esta semana.
* No debe perderse de vista el importante papel que juega el entorno internacional -se trata de una crisis mundial- y no deben buscarse (exigirse) soluciones de corto plazo que pongan en peligro los avances que se han dado –y tanto han costado- en el ámbito macroeconómico y presupuestario. Esto es, que por salvar al 2009 se ponga en riesgo el 2010. Por el contrario, se puede aprovechar la coyuntura y la urgencia para impulsar no grandes reformas que busquen resolver de golpe todos los problemas sino medidas que, aunque sean de menor magnitud, favorezcan actividades económicas productivas y sostenibles. Será un año difícil pero a diferencia de otras crisis, el país se encuentra en una mejor situación. Poder decir esto último es ya una razón suficiente para entender que se puede –y se debe- salir adelante. Al mismo tiempo, las circunstancias exigen un liderazgo efectivo que no se está dando.
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