Las encuestas recientemente publicadas muestran que el PRI está excelentemente posicionado para recuperar posiciones en la Cámara de Diputados y también (aunque todavía falta mucho) para recuperar la presidencia en el 2009. Para suerte del PRI, hoy no parece probable que se repita el escenario de un Roberto Madrazo imponiendo su inviable candidatura al partido y escindiéndolo en el proceso. Actualmente el poder al interior del PRI está –como en sus origenes históricos– muy pulverizado. Incluso el hoy muy popular Enrique Peña Nieto sólo llegaría con el apoyo de Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones, quienes comandan las otras corrientes importantes –pero no hegemónicas– del partido. Es probable que en 2009 no veamos a Beatriz en el Congreso, pero si a los suyos, a los de Manlio y a los de Peña, de la mano de los múltiples exgobernadores, líderes campesinos, sindicales y empresariales que integran la vasta coalición histórica priísta. Si Manlio y sus treinta senadores supieron imponer el rumbo legislativo de los dos años pasados, habrá que ver lo que esa experimentada y fortalecida Federación de intereses coaligados será capaz de lograr –para bien y para mal– en los años venideros.
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