Planteamiento del problema
Desde su surgimiento, los órganos reguladores en México presentan serios problemas de diseño institucional, debido a que fueron colocados bajo la figura de “órganos desconcentrados”, como órganos administrativos jerárquicamente subordinados a las Secretarías de Estado con facultades específicas. Dicha figura representa un sistema legal poco flexible que no es compatible con su naturaleza.
La falta de reguladores equipados técnicamente, con recursos y facultades para cumplir con sus objetivos, no sólo se traduce en mercados concentrados, sino que también implica un riesgo para la integridad de los ciudadanos –por ejemplo en términos de salubridad o transporte. El fortalecimiento de los órganos reguladores es la mejor manera de asegurar que se corrijan las fallas de mercado derivadas de una concentración o de la existencia de monopolios estatales o naturales, sobre todo en mercados clave.
Pregunta central del debate
¿Es necesario crear una nueva categoría dentro de la administración pública federal para los órganos reguladores o existen otras maneras en las que se les podría dar más autonomía y fortaleza institucional?
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