La izquierda y su triunfo atrapado

Peña Nieto

Aunque Andrés Manuel López Obrador ha perdido la Presidencia de la República por segunda ocasión –por lo menos eso se hará oficial cuando el TRIFE termine la calificación de la elección—, el PRD y su coalición de izquierda obtuvieron avances relevantes. Además de haber ganado las gubernaturas de Tabasco y Morelos, los perredistas serán la segunda fuerza en la Cámara de Diputados y prácticamente tuvieron “carro completo” en el Distrito Federal. Sin embargo, la situación donde se coloca hoy la izquierda entraña algunas preguntas para el corto plazo y algunos retos para el mediano y largo plazos.
Primero que nada, habrá que ver cómo la dirigencia del PRD maneja en los siguientes meses la relación con quien ha sido su personaje más influyente en la última década: AMLO. Si bien hasta el momento –más allá de la retórica- López Obrador ha actuado conforme a lo estipulado en las reglas electorales y respetado las instituciones, algunos movimientos más radicales en contra de Peña Nieto comienzan a imponer una agenda de confrontación que exigirá una postura clara del partido. No se trata de si el PRD rompe o no con López, si no de si el liderazgo del partido es capaz de evitar la radicalización de su agenda y su discurso. De hecho, parte del éxito que condujo a AMLO hasta el segundo lugar de las preferencias electorales fue, por lo menos al inicio de las campañas, la moderación de su conducta y su retórica. La pregunta que continuamente se planteó durante la contienda de si el comportamiento de AMLO respondía a un cambio táctico o si se trataba de un cambio de fondo, producto del aprendizaje de estos años quedó resuelto en este proceso post electoral. Aunque AMLO no ha trascendido los marcos institucionales, su conducta pone al PRD en severos aprietos.
Para comenzar, la izquierda tiene hoy la oportunidad de atraer al creciente voto de la juventud mediante una agenda más socialdemócrata, la cual presuntamente tendría a su principal representante en Marcelo Ebrard. Sin embargo, para que pueda crecer y florecer ese segmento de la izquierda (en buena medida originado en los partidos de la izquierda “dura”, igual que en España, muy distinto al contingente ex priista cuyo exponente principal es AMLO) tiene que darse una transición de liderazgos y ésta no ha sido fácil debido al propio AMLO, por las fuerzas que ha desatado y aquellas que han cobrado forma propia. En este sentido, la transición del liderazgo de López Obrador al nuevo protagonismo de Ebrard no será tan sencilla como lo fue hace doce años para el mismo AMLO versus Cuauhtémoc Cárdenas. Este último prácticamente se retiró de la política; en contraste, López se posicionó desde el gobierno del D.F., convirtiéndolo en plataforma para construir su candidatura presidencial y desde entonces no ha abierto espacio alguno. En contraste, rumbo a 2018, Ebrard no contará con un cargo público desde donde pueda promover su imagen a nivel nacional y carga con el sambenito adicional del radicalismo verbal de AMLO. Ebrard tendrá que encontrar un espacio desde el cual existir políticamente. La dirigencia del partido podría ser una alternativa conveniente, ya que sería un espacio para darle una nueva cara al PRD, pero esto –claro está- solo si lograra poner en orden a las llamadas “tribus”…y a AMLO.
En cuanto a las bancadas del PRD en el Congreso, aparentemente todas las corrientes internas del partido están más o menos representadas de forma equitativa. La dificultad estribará en quién las va a presidir. En la próxima legislatura, seguramente pesarán nombres como Dolores Padierna –esposa de René Bejarano, el gran operador de las clientelas de la izquierda en la capital—, Alejandro Encinas –muy cercano a AMLO—, Armando Ríos Píter –una de las apuestas a futuro de Ebrard—y Ricardo Monreal, quien pasará a la Cámara de Diputados. La unidad al interior de las bancadas legislativas será fundamental para la izquierda, en especial si consideramos que, en la mayor parte de las ocasiones, se enfrentará a la agenda de reformas que impulse la mayoría priista. Esto adquiere mayor relevancia si tomamos en cuenta que dicha agenda tiene más afinidades con el PAN que con la izquierda. Tal vez no les alcance para erigirse como un freno a las reformas, pero –si logran una mínima unidad- tendrían mucho que decir en los trabajos en comisiones con el propósito de matizarlas e incorporar ciertos elementos afines a ellos. Por último, si la izquierda en verdad desea transitar hacia un perfil más socialdemócrata, será necesario que no se comporte como una oposición beligerante e intransigente.
El gran reto de la izquierda reside en abandonar el discurso rupturista de los sesenta y setenta, pero también el anti-institucional de AMLO para postularse como opción real de gobierno, tal y como lo ha hecho con éxito en el Distrito Federal. Más allá de eso, su desafío estratégico reside en trascender su zona de influencia en la capital del país y algunos municipios del Estado de México, y construir una presencia significativa y duradera a nivel nacional.

La reproducción total de este contenido no está permitida sin autorización previa de CIDAC. Para su reproducción parcial se requiere agregar el link a la publicación en cidac.org. Todas las imágenes, gráficos y videos pueden retomarse con el crédito correspondiente, sin modificaciones y con un link a la publicación original en cidac.org

Comentarios

CIDAC

CIDAC

Think tank independiente, sin fines de lucro, dedicado al estudio e interpretación de la realidad mexicana y presentación de propuestas para cambiar a México