Hace más o menos un año, el presidente Peña envió al Congreso de la Unión su iniciativa de leyes en materia de telecomunicaciones y radiodifusión, las cuales reglamentarían la reforma constitucional aprobada en julio de 2013. El cambio estructural ha posicionado a esta reforma como uno de los eventuales catalizadores del desarrollo del país, tanto en lo económico como en lo social. En este contexto, el 11 de marzo pasado, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) anunció a los dos consorcios ganadores de la licitación para dos nuevas cadenas de televisión digital abierta. No obstante, la relevancia del hecho – particularmente en un país cuyas audiencias aun recurren a la televisión abierta para informarse y tomar decisiones— no deja de ser uno más de los efectos de la transformación general de dichos sectores. La reforma tuvo alcances más allá de la televisión y con efectos de más calado que la llegada de dos nuevos competidores a un mercado que tiende a ser poco atractivo en el mediano plazo, en especial dado el ascenso relativamente rápido de otras plataformas. En cambio, es importante evaluar algunos otros resultados de la reforma, para lo que aquí se proponen tres ejes fundamentales: i) el desempeño del nuevo órgano autónomo que regula tanto el uso eficiente de los activos (espectro radioeléctrico y redes), como la competencia efectiva en la prestación de servicios; ii) el despliegue de infraestructura para alcanzar cobertura universal –que busca cerrar la brecha digital- y; iii) la inclusión de derechos fundamentales: libertad de expresión y acceso a información y nuevas tecnologías.
Toda reforma estructural implica procesos de aprendizaje para los actores, y tensión política por la renuncia a privilegios otrora inamovibles. No hay que olvidar cómo los motivos principales de la reforma se centraban en las ineficiencias de los mercados, las cuales se traducían en costos significativos para empresas y consumidores, y en una desorganización jurídica perjudicial en términos de la atracción de inversión. Entre los principales efectos positivos de la reforma resalta la creación de los tribunales especializados, la apertura a la inversión extranjera directa -de la cual ya se registran efectos con la entrada de nuevos jugadores como AT&T y Virgin Mobile-, y las posibilidades para operar mediante ‘Operadores Móviles Virtuales’. No obstante la actual resistencia de América Movil y Televisa para acatar las medidas de regulación asimétrica, se observan inversiones importantes, como las de Telefónica para sumar a sus ofertas servicios de TV y telefonía fija. Sin duda, la consideración del usuario como centro de la regulación está teniendo efectos en el bienestar. Ejemplos de esto son la eliminación del cobro de larga distancia, la reducción de precios en telefonía celular e internet, y el desbloqueo de equipos. Algunos beneficios indirectos pueden observarse en la reducción del índice de precios de comunicaciones en 15.3 por ciento en dos años, y el incremento de la demanda de mano de obra calificada en el sector. Más aún, el próximo desarrollo de la red compartida de telecomunicaciones móviles requerirá la inversión privada más grande del sector en décadas. Por otro lado, a través del Programa México Conectado, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes ha logrado que 96 por ciento de los municipios del país tengan al menos un espacio público conectado a internet, incrementando la cifra a 18 millones de mexicanos.
Como toda transformación, existen desafíos concretos que requieren perfeccionamiento. Hoy, por ejemplo, la falta de asimetría por la fijación de tarifas de interconexión por parte del regulador complica el cálculo de costos para empresas de diferentes tamaños. En materia de portabilidad, la autoridad ha impuesto barreras innecesarias que limitan la actividad de los jugadores para aumentar su participación de mercado. Y, con respecto a la red mayorista, está aún en cuestión si la licitación mediante una asociación público-privada es la mejor opción para llevar cobertura a todos lados, sobre todo cuando el mercado ya ofrece alternativas más flexibles. En cuanto a conectividad, aún falta mucho por hacer en materia doméstica, y más cuando los televisores digitales repartidos a razón del ‘Apagón Digital’ carecen de conexión a internet para los hogares. Parece claro que todo el mundo de la comunicación enfrenta un futuro complejo, y están por verse las afectaciones que tendrán los grandes proyectos por los futuros recortes presupuestales. Aun así, la reforma parece ya estar dando frutos.
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