La reforma penal

Derechos Humanos

Sergio García Ramírez ha definido muy bien esta reforma penal: un vaso de agua cristalina con seis gotas de veneno. Así, al lado de un sistema penal más equilibrado, transparente, oral y respetuoso de los Derechos Humanos, que se adoptaría en el lapso de hasta ocho años, se aprueba, ese si de inmediato, un régimen de excepción para la delincuencia organizada. En el combate al crimen organizado seguiría subsidiando las ineficiencias de las autoridades, los instrumentos excepcionales quedarían en manos de policías y ministerios públicos con escaso control judicial y con enorme rezago en su capacitación y profesionalización. La Cámara de Diputados quitó una de las gotas de veneno (acceso a inmuebles sin necesidad de orden judicial), pero los senadores están divididos y los operadores del sistema y el propio ombudsman, sin brindar algún fundamento, señalan que el país no está en condiciones de adoptar un sistema de juicios orales. Falta que nos quedemos únicamente con las gotas de veneno.

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