En vísperas de la Semana Santa el gobierno federal se acerca a uno de los nudos que definirán su sexenio y el futuro de las reformas energética y laboral. Y no llega en la mejor forma. Su principal operador político se encuentra maltrecho, sus enemigos no llegan divididos sino forzados renuentemente a aliarse bajo el liderazgo revivido de López Obrador, los sindicatos más combativos están movilizados, y algunos de los escenarios más desfavorables para el programa de reformas que se anticipaban hace apenas un mes se han hecho realidad. Lo único que el Presidente Calderón parece tener a favor es su disposición a reagrupar sus fuerzas y pelear la batalla.
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