Las dificultades del #YoSoy132

Presidencia

Las protestas contra Enrique Peña y su partido durante su visita del 11 de mayo a la Universidad Iberoamericana, aunado a las reacciones inmediatas a esto tanto del candidato priista como de miembros de su partido, han hecho trascender algo que, seguramente con otra respuesta por parte del PRI, habría quedado tan sólo como una anécdota difícil (lo que sugiere el tipo de problemas que una administración de Enrique Peña enfrentaría). Se ha especulado sobre la posible presencia de infiltrados o “acarreados” en las protestas y se ha llegado a decir que su naturaleza no es “genuina”. Ante esto, con credencial de su universidad en mano, 131 alumnos manifestaron en un video la legitimidad de sus reclamos y posturas. #YoSoy132 surgiría en solidaridad con estos estudiantes, aglutinando sobre todo a miembros de otras comunidades universitarias, jóvenes en general y demás ciudadanos opuestos a la eventualidad de un triunfo electoral de Peña Nieto. Ahora bien, a través de su desarrollo, #YoSoy132 ha pasado de una postura más o menos definida de “antipeñismo”, hacia una extraña mezcla de activismo a favor de la apertura de los medios masivos de comunicación -en especial de la televisión- con fallidos intentos de pliegos petitorios con demandas desde pertinentes hasta aventuradas. Es probable que esta “evolución” de la esencia del fenómeno haya iniciado al caer en su primer y muy trascendente dilema: manifestarse contra un candidato específico mientras se dicen apartidistas.
Es verdad, oponerse al PRI no los convierte en automático en simpatizantes de los partidos contrarios al tricolor. El problema es que, tomando en cuenta el actual contexto electoral, si se desea evitar el regreso de los priistas a Los Pinos, se tendría que optar por alguna de las opciones distintas a Peña Nieto. La mayoritaria tendencia de izquierda entre las juventudes más informadas de México, sumado a un desgaste de imagen del gobierno federal panista entre ciertos sectores de la población, generó una idea, hasta ahora no probada, de que #YoSoy132 estaba adscrito al bando electoral de López Obrador. Esta percepción se agudizó cuando, tras intensas jornadas de manifestaciones masivas –las cuales, por cierto, recibieron cobertura de los principales medios nacionales, en específico de Televisa-, el diario Reforma publicó una encuesta donde el candidato presidencial de las izquierdas acortaba su distancia a sólo 4 puntos respecto a Peña. Dicho sondeo rompió con un esquema generalizado en las encuestas que colocaba al priista a más de 15 puntos de diferencia con el segundo lugar. Aunque #YoSoy132 celebró la presunta caída de Peña, sus voceros se negaron a declararse de forma abierta como lopezobradoristas en un afán de respetar el apartidismo que pregonan. Esto sigue siendo, al interior de este “grupo de grupos”, una determinación polémica. Tampoco queda claro, asumiendo que la tendencia mostrada por Reforma fuera real (en sí por demás controvertida), si #YoSoy132 incidió en ello. Prácticamente todas las demás encuestas difieren de Reforma, sugiriendo que Enrique Peña no ha sufrido de manera significativa en las encuestas por esta razón. Sin embargo, por si fuera poco, las ambigüedades en cuanto a los propósitos concretos del #YoSoy132 quedaron evidenciados en los trabajos de las llamadas mesas temáticas llevadas a cabo en la Ciudad Universitaria de la UNAM el 30 de mayo. Los gritos de juicio político contra la lideresa del SNTE, del presidente de la República, del candidato presidencial del PRI, entre otros, así como las arengas a respaldar peticiones poco estructuradas en materia económica, política y social, dieron muestra de dos cosas: primero, #YoSoy132 no puede denominarse como un movimiento con metas claras y, mucho menos, con rutas críticas definidas; segundo, que a pesar de que la espontaneidad suele dar origen a muchas cosas valiosas, también puede llegar a ser la primera trampa hacia su fracaso.
La historia de #YoSoy132 ya representa un referente del proceso electoral 2012 y, como tal, debe dársele relevancia. Sin embargo, asegurar que este fenómeno tendrá un impacto sobre el resultado de la elección parecería apresurado. Para que eso suceda, alguno de los dos candidatos no punteros tendría que atraer los votos que Peña pierde como resultado de las protestas de manera consistente. De otra manera, #YoSoy132 podría diluirse entre la indefinición y la ambigüedad.

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