Los umbrales de la representatividad y gobernabilidad. Una cuestión de enfoques.

Morena

Aún falta que el IFE certifique el número de actas constitutivas de MORENA en los diferentes estados en donde tuvo sus asambleas, sin embargo, el partido que será abanderado por Andrés Manuel López Obrador presume tener las cifras suficientes para constituirse como tal. Según el COFIPE, las agrupaciones que deseen acceder a ser partidos políticos deben tener como mínimo tres mil afiliados en cuando menos 20 entidades federativas, además de 300 afiliados en 200 distritos electorales. SI MORENA llegara a constituirse, el modelo político navegaría hacia uno con dos grandes partidos y una izquierda fragmentada. ¿A qué sistema electoral le apuestan?
Los partidos políticos reciben recursos públicos por el simple hecho de haber logrado el registro (por lo menos 2% de la votación), además del dinero emanado de sus prerrogativas en el Congreso (una cifra nada despreciable y con ejercicios opacos). La cuestión es que, mientras mayor sea la fuerza movilizadora de un partido, sus posibilidades de triunfo electoral aumentan, lo cual incide en las fórmulas de distribución de los recursos públicos (de acuerdo con la solicitud de presupuesto del IFE para 2014, la bolsa para los partidos estaría en 4 mil millones de pesos en 2014). Esta cifra se reparte constitucionalmente de la siguiente manera: 30% del monto en partes iguales entre los partidos con representación en el Congreso y 70% del total de acuerdo al porcentaje de votos que haya recibido cada partido. El peligro es que los partidos llegan a caer en la figura de agencias de colocación, simplemente para poder tener acceso a medios de poder.
Por otra parte, los requisitos para formar un partido evidencian los absurdos que genera un sistema restrictivo y saturado de obstáculos para la creación de éstos, ya que se favorece a los tres partidos grandes (PRI, PAN, PRD) y los chicos se convierten en rémoras de aquellos. Se ha privilegiado a partidos con capacidad masiva de movilización y no a los que pertenecen a sectores fragmentados, es por eso que al hablar sobre sistemas de partidos, se tiene que ponderar si lo que se necesita es inclinarse hacia la representatividad o privilegiar la gobernabilidad.
Con la gobernabilidad se tendría la oportunidad de mandatos fuertes, con oportunidades de llegar a acuerdos de manera más sencilla y rápida. Al no existir la figura de gobiernos de coalición, se tendría que respetar o subir el umbral para el registro, a fin de prevenir una desmesurada proliferación de partidos con representación parlamentaria. Otra opción sería bajar la cuota de porcentajes para lograr el registro, con el propósito de honrar una mayor representatividad de ciertos grupos de la sociedad, pero elevar la barra para la consecución de lugares en el Congreso para evadir la posibilidad de una fragmentación extrema que dificulte los acuerdos y genere parálisis legislativa.
Recordemos que el Pacto por México fue posible ya que hay pocos partidos, por lo que con un núcleo múltiple lo hace más difícil. Sin embargo, es sabido que los ciudadanos no se sienten representados por sus partidos ni sus gobernantes. Nos encontramos en una disyuntiva en la que, a falta de reformas estructurales y acuerdos en el Congreso, la opción parecería ser reformar el modelo de partidos, lo que sin duda necesita una dosis de gobernabilidad y representatividad, pero donde exista competencia y opciones de decisión para el electorado.

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