La negociación del contrato colectivo de Luz y Fuerza y el Sindicato Mexicano de Electricistas (el SME) ha sido la más tensa de años recientes. Por primera vez en muchos años la empresa pública puso en la mesa su propio pliego petitorio y enfrentó con mayor firmeza la siempre dura posición del sindicato. Pero el gobierno federal llegará a la fecha fatal –el 16 de marzo- desgastado por el affaire Mouriño y sin ganas de tener a 40,000 electricistas y 20,000 jubilados en las calles en la víspera de la lucha por la reforma energética. La circunstancia parece favorecer un acuerdo donde el sindicato vuelva a conseguir aumentos salariales y prestaciones por encima de la inflación. Si además lo acompañan con algún acuerdo para elevar la productividad (como en el 2007), ambas partes podrían salvar la cara. También es posible que, por el affaire Mouriño, el gobierno se vea ante la necesidad, u oportunidad, de tomar control de la empresa.
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