El pasado 2 de noviembre La Piedad Michoacán y el PAN se vistieron de luto por la ejecución del alcalde Ricardo Guzmán Romero. El caso muestra nuevamente la introducción del homicidio como parte de la ecuación electoral en el país, fenómeno que jugaría con mayor probabilidad un rol determinante en los comicios del siguiente año. En este sentido, el deceso del funcionario michoacano se convirtió en un suceso capitalizable políticamente que podría incrementar el respaldo electoral del PAN y debilitar fuertemente las aspiraciones del PRD.
Se ha señalado que la inseguridad podría determinar el rumbo de las elecciones presidenciales. El caso del alcalde michoacano sería un elemento más a favor de esta hipótesis si eleva la probabilidad de alternancia en la entidad. Si Luisa María Calderón resulta ganadora, tres aspectos serán señalados el domingo. En primer lugar, que el PAN ha recibido oxígeno puro para las elecciones presidenciales. En forma puntual, el proceso michoacano evidenciaría los beneficios de la conducción de un buen proceso de selección de candidato. En segundo lugar, la efectividad de los recursos en la formación de un candidato con bajos niveles de reconocimiento público inicial y en el fondo de las preferencias electorales. Finalmente, la eficiencia de la estrategia del aparato de comunicación federal para tomar el tema más álgido de la agenda -la violencia- y tornarlo a su favor. Por lo tanto, mostraría un PAN y un Gobierno Federal más competentes electoralmente de lo que se pensaba, capaces de articular una campaña eficaz -contrario a lo observado en el Estado de México.
De ganar el PRI, además de continuar con su dinamismo electoral, se reconocería que el electorado transforma la percepción de buena gestión gubernamental en votos: mientras que en el Estado de México la alta aprobación de Enrique Peña Nieto benefició directamente a Eruviel Ávila, la buena imagen de Fausto Vallejo por sus administraciones en Morelia podrían darle la victoria. Ante este escenario, si el PRD llega a perder Michoacán, fuera de los gobiernos de coalición, sólo tendrá al Distrito Federal para la obtención de recursos para la campaña presidencial, aunado a un efecto de cuestionamiento severo del rumbo del partido. Si llega a ganar, se habrá demostrado que el electorado perredista duro es capaz de ser bien articulado aún con la crisis de gobernabilidad e imagen que enfrentan. Por lo cerrado que se esperan las elecciones del domingo es muy probable que todo termine en la sala superior del tribunal electoral.
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