La victoria del candidato del PRI, Fausto Vallejo, a la gubernatura de Michoacán ha provocado el desconocimiento de los resultados por parte de los candidatos del PAN y PRD. Si bien esta elección será una más en la lista de impugnadas que se resuelven en el tribunal, el argumento discursivo más socorrido detrás del desconocimiento -el involucramiento del crimen organizado en la operación a favor del PRI- resulta inquietante por donde se le vea.
De ser ciertos los dichos de la candidata del PAN, Luisa María Calderón, implicarían que incluso en un estado con una fuerte presencia de las fuerzas federales es imposible asegurar que las elecciones se den con normalidad y sin presiones de grupos del crimen. Esta denuncia, además de que sería una crítica involuntaria a la incapacidad del Estado -y a la estrategia del Presidente- para reestablecer el orden, pondría sobre la mesa el debate sobre la invalidación de zonas electorales en 2012 por el involucramiento del crimen organizado.
Por otro lado, el que no se hayan realizado denuncias por tales hechos durante la campaña, hablaría de que Michoacán presenta una gran heterogeneidad de grupos del crimen en su interior, por lo que sería complicado suponer una operación organizada y sistemática en favor de un partido en particular. De continuar el PAN con esta tendencia discursiva, implicaría que el uso de la descalificación y la vinculación del PRI con el crimen organizado va más allá de la batalla por Michoacán. Poco tendría que ver el discurso con la desarticulación de las formas de presión de grupos del crimen a nivel local, y mucho con las estrategias de los partidos para 2012.
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