“Ninguna reforma migratoria puede pretender ser exitosa si choca con la naturaleza humana”. Así resume Demetrios Papademetriou su visión respecto a la reforma migratoria estadounidense en un reporte que se presentó en México hace unos días. El asunto migratorio involucra a millones de mexicanos que emprendieron el venturoso, pero también riesgoso, camino en búsqueda de un empleo en EUA. Ahora que se discute la posibilidad de una reforma migratoria en ese país, México tiene frente a sí difíciles decisiones que serían indispensables para la legalización (pronta o retraída) de esos millones de migrantes.
El reporte del Migration Policy Institute está orientado a la discusión norteamericana pero, como producto de un grupo de estudio que involucró a numerosos mexicanos incluyendo, como co-presidente, al ex presidente Zedillo-, incluye un gran número de análisis detallados sobre la naturaleza de la migración, los factores que llevan al potencial migrante a emprender el complejo proceso, las condiciones de seguridad que existen en el camino y los problemas políticos, económicos y sociales que caracterizan a Centroamérica y México, naciones que constituyen una abrumadora proporción de la población de los indocumentados. Quien lea el reporte tendrá un panorama amplio sobre la dinámica cambiante del fenómeno migratorio, la complejidad -política y práctica- de las posibles soluciones y de sus implicaciones de largo plazo para EUA y para México y Centroamérica. También podrá apreciar que esta reforma, de aprobarse, sería la última en mucho tiempo porque, en contraste con el pasado, cuenta con la activa participación y responsabilidad de los empleadores.
El reporte parte del principio de que el asunto migratorio es de carácter soberano -cada país tiene pleno derecho a decidir su política poblacional- pero que esa decisión soberana no puede ignorar los cambios que están teniendo lugar en naciones como México. Aunque evidentemente una persona que entra a un país distinto al suyo sin pasar por una garita migratoria está quebrantando la ley, la motivación de la abrumadora mayoría de los migrantes es económica: el mercado laboral norteamericano está plenamente integrado y, excepción hecha por la creciente dificultad de cruzar la línea fronteriza, funciona de manera sumamente eficiente: cuando hay demanda fluye la corriente migratoria (como en los noventa) y, cuando no la hay (recientemente), el flujo es negativo. El reporte también enfatiza otro factor clave: México ha estado experimentando cambios fundamentales en su estructura económica y en su perfil demográfico, circunstancias que permiten contemplar un futuro económico distinto para la región, futuro que podría convertir a Norteamérica en una fuente de competitividad muy superior a la actualmente contemplada.
Los cambios que México ha experimentado -algunos como resultado de reformas formales, otros como consecuencia de la violencia- han alterado los patrones migratorios, han modificado el tipo de población que migra, cuantos lo hacen y qué es lo que motiva su decisión. Por ejemplo, un primer efecto del cambio de patrón migratorio es que el promedio de escolaridad y habilidades del migrante más reciente es notablemente superior al de las cohortes anteriores. Todo esto sugiere, argumenta el reporte, que el futuro del asunto migratorio va a ser muy distinto al del pasado.
Los cambios más patentes que han ocurrido en México se derivan de la estabilidad financiera de que ha gozado el país por tres lustros (generando un mercado de crédito al consumo antes inexistente); la liberalización de las importaciones (que ha disminuido drásticamente la porción de su ingreso que las familias gastan en alimentos, ropa y calzado); la creciente competitividad de la planta productiva nacional, que se aprecia en las exportaciones industriales, y que entraña más empleos, mejor pagados; las remesas que han creado una clase media rural; y la democratización y descentralización de la política. Todo esto ha llevado al fortalecimiento de la clase media, factor que comienza a modificar la percepción sobre México como un país pobre, corrupto y violento. Una persona que ya cuenta con un ingreso estable y con oportunidades de elevar sus niveles de consumo tiene un incentivo mucho menor a migrar que el de un campesino sin ingreso fijo ni opciones de empleo. A su vez, insiste el reporte, la transición demográfica que experimenta el país (la tasa de natalidad ha disminuido drásticamente desde los setenta), permite una mejoría de los niveles de vida y, eventualmente, se traducirá en menores flujos migratorios.
México se ha convertido en un punto de destino de migrantes de otras latitudes, principalmente de Centroamérica, creando nuevas realidades sociales y políticas. Muchas de las víctimas de la violencia que ha caracterizado al país son migrantes de otras naciones y la frontera sur se ha convertido en un foco de enorme atención.
Por lo que toca al futuro, el reporte es muy claro en su insistencia de que una reforma migratoria en EUA podría ser una solución a las personas que ya están allá, pero que el éxito del asunto migratorio dependerá en enorme medida de acciones que esté dispuesto a emprender el gobierno mexicano. Dado que una abrumadora proporción de los migrantes que entraron ilegalmente a EUA son mexicanos o transitaron a través de México, el reporte plantea un conjunto de responsabilidades que México tendría que asumir tanto para que la reforma propuesta fuera aprobada como para que se comience a construir un nuevo esquema de desarrollo regional.
En particular, México tendría que avanzar con seriedad en dos planos: primero, el control de su frontera sur a fin de que el país se torne en un socio confiable que disminuye radicalmente la vulnerabilidad regional al acceso de personas no documentadas. Esto es lo que se comprometieron e hicieron con gran éxito naciones como Polonia, Bulgaria y Rumania en la Unión Europea. En segundo lugar, México tendría que comprometerse a regular los flujos migratorios hacia el norte. Esto último constituiría un cambio radical en la tradición mexicana, pues implicaría que en lugar de de facto promover y facilitar la migración, el gobierno mexicano actuaría como garante de que sólo quienes hayan obtenido una visa de trabajo podrían transitar.
El beneficio de todo esto, como ha sido el caso en Europa, se podría medir en un mayor crecimiento económico, creciente competitividad regional, una mayor integración industrial, más exportaciones y mejores niveles de vida. Al final de cuentas, no hay como el crecimiento económico para disminuir las tensiones políticas.
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