En un abrir y cerrar de ojos, han pasado los primeros dos meses de 2014 y, en términos económicos, pareciera que aún seguimos en 2013. Mientras el gobierno se vanagloria prematuramente del éxito de la aprobación de las reformas, el PIB del país creció tan solo 1.06% el año pasado, su nivel más bajo desde la crisis financiera mundial de 2008. La economía mexicana sigue estancada en un crecimiento paupérrimo producto de condiciones estructurales deficientes, reforzado por desaciertos gubernamentales, sobre todo en materia de gasto. Si el presidente Peña quiere vivir de las expectativas del título del polémico número internacional de la revista Time de fines de febrero, tiene que dedicarse a lograr resultados de corto plazo antes que la economía se vuelva el epitafio de su gobierno.
La mayoría de las reformas que impulsó el gobierno federal el año pasado, contribuirán a acelerar el crecimiento de México en el mediano y largo plazo. Sin embargo, el arranque de este 2014 parece poco alentador. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público pronostica un crecimiento de 3.9% para 2014. Auxiliado por el muy bajo nivel del año anterior, crecer más en términos porcentuales es sencillo porque se parte de una base muy precaria. No obstante, el nada impresionante 3.9% de la SHCP está por encima de las expectativas de crecimiento pronosticadas por economistas independientes así como por las instituciones financieras que han comenzado a revisar a la baja el crecimiento de este año por lo flojo que ha empezado 2014. Mientras México brilla con su “momento” en los medios internacionales, Brasil, con una economía del doble que la nuestra, creció 2.3% en 2013. Múltiples analistas han señalado en los últimos días que existen condiciones desfavorables en el corto plazo que deben ser atendidas a la brevedad.
De acuerdo con el “Informe de Competitividad Global 2013 – 2014” del Foro Económico Mundial, el entorno macroeconómico de México es peor que el de Chile, Perú, Colombia e inclusive Ecuador (México se ubica en el lugar 49 de 148 países evaluados). La industria manufacturera mantiene un desempeño débil como muestra el indicador manufacturero del IMEF. Todos los tipos de exportaciones mexicanas se redujeron durante el mes de enero, mientras que el Índice de Confianza del Consumidor cayó abruptamente también producto de la draconiana reforma fiscal de 2013, que ha impactado al consumo de manera severa. La semana pasada, la SHCP anunció que se mantendría este esquema fiscal por el resto del sexenio, por lo cual tendremos un sistema recaudatorio que no genera incentivos para mayor crecimiento, lacera el empleo formal, y castiga el ahorro de los mexicanos.
El gobierno debe no dormirse en sus laureles; todavía está por verse si su apuesta de lograr una mejoría económica por medio del gasto permite suavizar la caída en empleos registrados ante el IMSS (crecimiento mensual enero – diciembre 35% menor que con respecto a enero de 2013) y mejorar la tasa de desocupación de la población económicamente activa (5.05% a enero de 2014). El gobierno va a gastar 4.5 billones de pesos este año y no es seguro que pueda hacerlo de forma transparente y eficiente como para que pueda echar a andar la economía. Si en la Presidencia de la República sólo están pensando en ganar las elecciones de 2015 y parecer un Estado “fuerte”, entonces que se preocupen no por la oposición, sino por los embates del mercado cuando la economía muestre signos claros de persistente debilidad.
“Salvar a México” requiere mucho más que la aprobación de reformas en las cámaras legislativas. Mientras no se comience a implementar esas reformas y se generen condiciones de certidumbre con respecto al Estado de derecho, a la calidad de la infraestructura y apoyos reales a las actividades productivas, éstas no se podrán consolidar, y será difícil generar expectativas favorables de crecimiento.
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