Las declaraciones de Cesar Nava culpando al PRI de la Ley de Ingresos aprobada por los diputados enrarecieron el clima de negociación. No se sabe cuál era la intensión de Nava pero el hecho es que descarriló el arreglo y provocó que los priístas se pelearan entre sí ––paradójicamente afectando más a la corriente del PRI que abogó por un acuerdo con el PAN. Esto deja dos perdedores: Calderón, que acabó viéndose incapaz; y la ciudadanía, que ve cada vez más lejana la posibilidad de que PRI y PAN lleguen a acuerdos importantes en lo que resta del sexenio.
Más allá de esta circunstancia, la declaración de Nava es muestra de cómo el arreglo institucional entorpece la toma de decisiones en temas cruciales para la ciudadanía. El que no exista reelección de diputados y el que haya elecciones tan frecuentemente son un ejemplo de factores que hacen que, abogar por acciones de fondo, diste de ser la prioridad para los legisladores.
Ahora la guerra está en el senado, donde la motivación es no verse derrotados y evitar que ganen los gobernadores, principales beneficiarios del aumento en el IVA. Lo que se intentará es un paquete fiscal que ofenda lo menos posible y que recaude lo más posible. Será difícil de lograr pero sin duda se utilizarán trucos como el de elevar el precio de referencia del petróleo y el déficit, ninguno de los cuales es sostenible. Al final del día le darán facultades al Secretario de Hacienda para que recorte el gasto en lo necesario para evitar una catástrofe fiscal.
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