La designación de Alejandro Poiré como Secretario Técnico del Consejo de Seguridad Nacional y del Gabinete de Seguridad, así como vocero del Gobierno Federal en el tema, parece responder al diagnóstico de que el problema con la estrategia de seguridad es de percepción, no de fondo. No se puede explicar de otra forma que Poiré, uno de los funcionarios más cercanos al Presidente Calderón, pero con escasa experiencia en temas de seguridad pública asuma un cargo que, en otro tiempo, hubiera recaído en alguien con un perfil más técnico.
En lugar de coordinar los esfuerzos del gabinete, el nuevo Secretario Técnico más bien tendría la responsabilidad de articular un mejor discurso –y una mejor respuesta– frente a los problemas que cotidianamente surgen en materia de seguridad pública a nivel nacional. Esta no es necesariamente una mala estrategia para la imagen del Presidente, quien a semanas de iniciados los Diálogos por la Seguridad está inmerso en un intercambio que carece de una línea de acción coherente a mantener en el tiempo. De tal forma que el terreno está puesto para imponer su narrativa.
Aunque Poiré únicamente reiterará las líneas que ya ha repetido el Presidente en innumerables ocasiones, cuando menos se expondrá menos a la figura presidencial –sobre todo una vez transcurrido el periodo del informe– y quizá se puedan ensayar nuevas variaciones del argumento. A un par de años de que termine el sexenio, el Presidente Calderón intenta nuevas estrategias para asegurar su legado histórico. Habrá que esperar a ver los resultados de este nuevo experimento.
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