El domingo 5 de febrero se realizará la primera (y potencialmente única) ronda de votación para elegir al candidato presidencial del PAN. En caso de que ninguno de los precandidatos lograra obtener el 51% de la votación, o conseguir 35% de la preferencia con, por lo menos, una diferencia de 7% respecto al segundo lugar, se llevaría a cabo una segunda ronda de elecciones el 19 de febrero. De cualquier manera, el fin del dilema del PAN se acerca. Una vez habiendo decidido quién los representará en la contienda por la Presidencia, los panistas tendrán el reto de revertir las descalificaciones derivadas de la elección interna, consolidar la unidad y luchar por convertirse en la segunda opción de voto de aquellos electores que decidan modificar su decisión.
Dado que el tiempo de campaña se ha reducido considerablemente, elegir a un candidato competitivo es de suma importancia para el PAN, más aún cuando los precandidatos únicos llevan ya algunos meses utilizando todos los recursos de sus partidos para promocionar su imagen. Además, la introducción de un nuevo candidato a la contienda presidencial, debido a la ruptura entre el PANAL y el PRI, podría incorporar una complicación más al PAN -y a los otros partidos- para ganar la preferencia de los votantes independientes e indecisos. A este respecto, según la encuesta de Mitofsky del mes de enero Enrique Peña es la segunda mejor opción tanto de perredistas como de panistas, de los cuales 32.3% y 48.8%, respectivamente, votarían por él en caso de cambiar de opinión. Sin embargo, existe un 15.1% de priístas y un 14.1% de perredistas que votarían por Josefina Vázquez Mota como segunda alternativa. De esta manera, en caso de elegir a un mal candidato, el PAN podría terminar en un escenario en el que no sólo no logre atraer a esos votantes que los identifican como segunda opción, sino que podría incluso perder a una parte de los votantes panistas que consideran a Peña como una alternativa.
Es claro que se ha emprendido ya una campaña en contra de Peña, la cual, aunada a los errores cometidos por el puntero, podría disminuir su aprobación y -con un poco éxito- su preferencia electoral. Sin embargo, para lograr dichos objetivos sus contrincantes necesitarán articular una mejor estrategia para capitalizar esa caída en votos. En ese sentido dicha tarea se antoja más complicada con un candidato como Ernesto Cordero, quien no ha sido capaz de cambiar de manera contundente la preferencia de los electores al interior de su partido. La lógica entonces parecería indicar que la mejor elección sería Vázquez Mota, por ser -hasta el momento- la favorita de los integrantes del partido y representar una opción para electores susceptibles de ser persuadidos por el PAN. Sin embargo, en caso de resultar elegida como candidata, Vázquez Mota tendrá poco tiempo para abandonar el bajo perfil, mejorar su desempeño mediático y la contundencia de sus propuestas, todo lo cual ha respondido a su estrategia (hasta ahora exitosa) de cautivar a los panistas. Si bien hasta ahora ha sido suficiente para mantenerse como favorita dentro de su partido, deberá hacer modificaciones en esos ámbitos para competir con personajes como Enrique Peña o López Obrador. Una lección importante para el PAN y futuros contendientes internos es que la dinámica de ganar la nominación interna es muy distinta a la de ganar la constitucional. El domingo se sabrá si la primera fue exitosa como apuntan las encuestas.
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